Coordinadora de Sahara Soundscapes (Texto).
Universidad de Granada, Granada, España.
saharansoundscapesproject@gmail.com
El
Sáhara Occidental, conglomerado de relaciones sociales, mantuvo
conexiones con varios países de la confluencia iberoamericana a lo largo
de la historia. Ya desde 1492, en los tratados de Tordesillas, entre
España y Portugal se vislumbraba la habilidad sobre la pesquería del
mar, desde el cabo de Bojador hasta el Río de Oro. España, representa un
antes y un después en la sociedad saharaui por la presencia de su
colonia, desde 1884, tras la Conferencia de Berlín:
Gracias
a las últimas exploraciones, conocían mejor el terreno y, en un
ambiente educado y diplomático, trazaron fronteras con escuadra y
cartabón que fijaban quién tendría derecho a quedarse con qué. Las
decisiones que se tomaron a miles de kilómetros transformaron el
continente africano de forma irreversible, con unas consecuencias que se
siguen sintiendo. Arnalte, A.; B. Vílar, J. Ndongo, D.; Ridao, J.
(2004, p. 73).
Transformada así la sociedad saharaui,
esta fue tornando del tradicional nomadismo, al sedentarismo y la
construcción de ciudades por parte de los colonizadores. España por
entonces, habiendo perdido Cuba, Puerto Rico y Filipinas, intentó
conseguir un pellizco del continente africano, donde estuvo presente
desde el siglo XIX. A pesar de todo esto, la colonización definitiva
española, no se va a producir hasta finales de la década de los años
treinta, cuando se fundan en 1938 los asentamientos de Tan-Tan, Tarfaya,
Auserd, Guelta-Zemmur y el Aaiún. Acabada la guerra civil española,
militares y funcionarios del estado español, ansiosos por descubrir
nuevas vías de comercio e inversión, se trasladaron a la zona a vivir.
Es en 1949, cuando se descubre Bu Craa, los yacimientos más grandes y
ricos del mundo, y comienza el interés por la zona, conflictos aún no
resueltos hasta día de hoy. Con el proceso de descolonización, España se
aferra fielmente a su colonia, y justifica su población peninsular,
que había convertido al Sáhara en su provincia 53. Los y las saharauis, a
pesar de esto, nunca fueron considerados y consideradas, ciudadanas de
primera. A finales de los sesenta, no disponían por ejemplo de escuelas
de educación general básica, eran discriminados y discriminadas por los
servicios sanitarios y otros espacios. Quizás es por esto que las
Naciones Unidas no se creyeron la provincialización de la colonia y en
1960 etiquetan el territorio como “pendiente de descolonización”, sin
éxito alguno tras la Marcha Verde y después de casi 45 años de
ocupación.
La influencia de Iberoamérica: Caso de Cuba.
El
internacionalismo cubano, que se expandió a lo largo de la década de
los sesenta, a través de diversos contextos políticos; latinoamericanos,
europeos y asiáticos, es en el continente africano donde tuvo más
repercusión. La expansión de los focos guerrilleros vinculó a la joven
revolución cubana con escenarios africanos, que experimentaban por
aquella época, procesos de opresión neocolonial. Es la incursión del Che
Guevara en el Congo, en 1965, la que marca el inicio de la presencia
militar cubana en el continente africano, que terminaría en 1991 con la
salida de las tropas cubanas de Angola. El inicio de la cooperación
militar cubana en África, comienza en la zona del Magreb, cuando esta
entrega armas al Frente de Liberación Nacional de Argelia en 1961.
Después del triunfo de la revolución argelina, Cuba comenzó, en 1963, su
colaboración médica internacional, enviando al país profesionales
sanitarios. Poco después, la experiencia cubana repercutió además en la
construcción del proyecto político sobre el que se constituyó, a
comienzos de década de 1970, el movimiento de liberación nacional
saharaui.
El Che Guevara y Franz Fanon fueron
referentes teóricos para los jóvenes saharauis que realizaban estudios
universitarios en España y en Marruecos en los años sesenta, y sobre los
que empezaban a calar con fuerza las experiencias de descolonización
africanas y, en general, el lenguaje de emancipación que atravesaba, en
este periodo, a diversos continentes (2014, p. 86).
Nace
el Frente Polisario como movimiento de liberación nacional para la
descolonización del Sáhara Occidental, y los campamentos de refugiados y
refugiadas van a suponer una nueva realidad social y reconstrucción de
un proyecto político que rompe con las estructuras de la sociedad
tribal, para mirar al futuro de una nueva sociedad.
En
la construcción de este proyecto político participaron los llamados
“países amigos”, fundamentalmente del entorno árabe: Argelia, Libia y
Siria, que formaban parte de los llamados “países no alineados”; países
del bloque socialista: Cuba, Polonia, Checoslovaquia; y países como
México, Venezuela y Panamá. Sin duda alguna, junto a Argelia y Libia,
Cuba jugó un papel destacado en la prestación de ayuda al proyecto
saharaui, especialmente en cuanto a los programas de cooperación civil,
entre los que destacaron la educación y la asistencia médica. Cuba había
acogido ya en 1977 a 22 jóvenes saharauis para que se formaran en la
isla, y en 1980 reconoció oficialmente a la República Árabe Saharaui
Democrática como Estado independiente. Conforme se extendía en el tiempo
el conflicto saharaui-marroquí, las relaciones entre el Estado cubano y
el Polisario se fueron estrechando, fomentándose así la llegada de
jóvenes saharauis a la isla (2014, p. 86).
A pesar de
que el Sáhara comenzó a ser colonizado a partir de 1884, no es hasta
los años cuarenta cuando se toman medidas en los ámbitos de política
educativa.
Estos esfuerzos iban destinados, en un
primer momento, casi en exclusiva a los colonos españoles residentes en
la región, y se extendieron muy lentamente a la población saharaui. Es
en 1944/1945 cuando se fundó la primera escuela en el Aiún. Esta primera
escuela cubría necesidades primarias, con capacidad para 75 alumnos y
un maestro. La escolarización era un elemento ajeno a la cultura del
nomadismo, por tanto muchas familias no veían necesidad en ello. En
1962 comienza el proyecto escuelas nómadas y la apertura de residencias
de estudiantes. (Morgenthaler, 2011, p. 3).
Morgenthaler
señala en cuanto al aprendizaje del español, que la radio canaria Radio
Ecco, centrada en la alfabetización y educación de adultos, tuvo un
papel muy importante en este tipo de educación no formal. Fue un éxito
entre la población saharaui no escolarizada. Según esta autora, los
profesores nativos, fueron incorporados lentamente al sistema educativo.
En 1960 había 300 alumnos matriculados, de entre ellos, un 25% eran
saharauis. Hasta el año 1967 el personal docente destinado al Sáhara
estaba compuesto por 57 maestros nacionales en lengua española y 29
maestros en hasanía.
La generación nacida bajo la
colonia, tenía un perfecto dominio del español como segunda lengua. En
los 70 comienza a escribirse literatura por autores saharauis en
español. A consecuencia de la anexión de Marruecos en 1975, el español
pasa a ser un factor de identidad y resistencia, un marcados de gran
poder dentro de la constelación arabo-francófona del resto del Magreb.
(Morgenthaler, 2011, p. 4).
Analizando los dos
núcleos de población saharaui, la autora realiza una diferencia clara en
los territorios ocupados y en los campamentos de refugiados de Argelia:
Por un lado, en los territorios ocupados existe una política de
francofonización, quedando el español reducido al ámbito familiar. Por
otro lado, sólo existe un colegio donde se imparten clases de español y
no de francés, que se encuentra en El Aiún. Al igual que en la mayoría
de los países arabófonos, hay una cierta diglosia entre el árabe clásico
y otras variedades como el hasanía (saharauis) o dariya (marroquíes).
Estas dos variedades a su vez, entran en conflicto evidente, ya que el
hasanía representa un marcador identitario y de frontera
lingüístico-cultural frente a los colonos marroquíes. (2011, p. 5). Por
otro lado, en los campamentos de refugiados de Tindouf, ni el dariya ni
el francés desempeñan un papel de importancia, aunque se estudia el
francés, puesto que se encuentran en Argelia, no desplazan el hasanía y
el español. “Es el único país del mundo, donde ambas lenguas están en
una relación de cooficialidad.” (2011, p. 6). La enseñanza bilingüe es
obligatoria y comienza en tercero de primaria, en algunos casos en
segundo, y se refuerza con el programa vacaciones en paz, cuando los
niños y niñas viajan en verano a España. El sistema educativo llega
hasta el comienzo de la secundaria; después de esto, el alumnado debe
seguir en Argelia o en algunos países de Iberoamérica, con los que el
gobierno saharaui firmó convenios de educación, desde los años setenta,
vigentes hoy día en Cuba, México y Venezuela. Muchos saharauis han
tenido también oportunidad de seguir sus estudios además, en España,
sobre todo en las Islas Canarias. Moreno (2011), refleja la organización
de las instituciones educativas saharauis, como una estructura
jerarquizada, cuyo objetivo es garantizar un coherencia entre los centro
de todas las wilayas. En un primer nivel, el Ministerio de Educación,
es quien determina las directrices, recursos, contenidos y organización.
A un segundo nivel, encontramos la Dirección Regional de Educación de
la wilaya, quien realiza el seguimiento de los colegios y coordina las
iniciativas que vienen de fuera. En un tercer nivel aparecen en escena
los centros educativos, agentes principales del proceso educativo. El
sistema saharaui educativo obligatorio va desde los 4-12 años, dividido
este en etapa infantil, dividida en tres cursos, esta se realiza en las
“Tarbias”, guarderías. La primaria se realiza en las “madrasas”, los
colegios, a lo largo de seis cursos: 1 er Grado, 2º Grado, 3er Grado, 4º
Grado, 5º Grado y 6º Grado. Para la atención a estos cursos, el estado
posee tarbias y madrasas en cada una de las wilayas, una por daira
aproximadamente. “Oficialmente tanto la etapa de Infantil3 como la de
Primaria son obligatorias para todos los niños, y es este un aspecto muy
cuidado, pues es uno de los pocos países africanos con el 100% de niños
escolarizados.” (Moreno, E. 2011, p. 5). Una vez que la formación
primaria concluye, los jóvenes no tienen muchas alternativas de
formación en las wilayas, es por ello que el Ministerio propuso varias
opciones: España y Cuba para los mejores expedientes, Argelia y Libia
para expedientes medios, y la Escuela-Internado Saharaui 12 de octubre
para los expedientes más bajos. Existen otros tipos de educación no
formal o reglada, como la Escuela de Mujeres “27 de Febrero”, para
mujeres de todas las edades que reciben formación. También conocemos la
existencia de la Escuela de Arte, situada en Bojador, que forma a
jóvenes en el estudio de la artesanía. O la las Bibliotecas y
Bibliobuses Bubisher, que trabajan en todas las wilayas y realizan una
significativa labor de animación a la lectura en centros escolares,
clases de español, formación de animadores y profesores/as. Cabe
destacar, que para la Educación Superior Universitaria, es
imprescindible salir al extranjero, pero no todos y todas pueden salir.
Existen algunos programas en distintos países para estudiantes
saharauis, sobre todo en Argelia y Cuba.
Sin embargo, a
pesar de todos los programas, tras la primaria son muchos los jóvenes
deciden no continuar sus estudios… Lo que origina una generación
desocupada y sin formación, que permanece en los campos de refugiados si
aportar nada a la comunidad. Situación agravada por la escasez de
empleo en las wilayas. Ésta es sin duda una de las mayores
preocupaciones del Ministerio; por ello se quieren promover algunas
iniciativas que permitan cualificar a los jóvenes en alguna tarea u
oficio, de modo que puedan desempeñar un trabajo en el futuro, pero es
un proceso lento, y que requiere muchos recursos. (Moreno, E. 2011, p.
6).
No obstante, se siguen creando sinergias en este
sentido, como por ejemplo, el pasado mes de septiembre, se conoció que
el director de Relaciones Exteriores de Brasil, expresó la
predisposición del SENAI en la formación de profesionales saharauis en
distintas ramas industriales.
Por
último señalar, desde nuestra visión y experiencia en los campamentos,
que es una comunidad donde las estrategias y saberes compartidos
imperan, donde se disponen habilidades sociales más que suficientes para
ser personas resolutivas, que a pesar de las extremas condiciones
físicas, han aprendido modelos de supervivencia desde el seno de la
propia comunidad, de generación en generación, desde la educación
informal de los saberes, la oralidad y la memoria colectiva.
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