La
crisis del coronavirus ha despertado una ola de solidaridad entre
comunidades. La antigua colonia española realizó un vídeo de apoyo al
principio de la pandemia. Ahora, algunos líderes siguen mostrando su
preocupación por el avance del coronavirus y resaltan la unión entre
ambos pueblos.
Fue
considerada la provincia número 53, pero se quedó huérfana de esta
denominación hace 45 años. El Sáhara Occidental dejó en 1975 de ser
una colonia española y pasó al limbo legal de los catalogados como "territorios no autónomos" por la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Desde
entonces, sus ciudadanos viven en esta superficie de 266.000 kilómetros
cuadrados comandada por Marruecos o en el exilio, repartidos en
campamentos de Argelia. Desde allí, donde viven unas 175.000 personas,
han querido brindar su apoyo a España en la crisis del coronavirus, a
pesar de "sentirse abandonados" por este país.
Una condición que no les impide mostrar su solidaridad con España. A
principios de marzo, un grupo de niñas y niños hizo un vídeo
mandando fuerzas y ánimo
a España. La pandemia de COVID-19, que este 28 de abril ya suma casi
24.000 fallecidos y más de 210.000 contagios, era todavía una amenaza
algo lejana. Sin embargo, desde varias asociaciones de los asentamientos
saharauis y desde la Coordinadora Estatal de Asociaciones Solidarias
con el Sáhara (CEAS) se enviaron 50 segundos con mensajes de apoyo.
"Tenéis
la capacidad de derrotar al virus. Con la solidaridad y la ternura
saldréis más fuertes. El pueblo saharaui está con vosotros", decían
algunos de los participantes. El documento se envió como una prueba de
afecto entre ambas comunidades, incluso después de las acusaciones de
haberles dado la espalda: durante los años desde que España salió de
este territorio se lleva pidiendo un
posicionamiento a favor de su soberanía o, al menos, un arbitraje con Marruecos y la ONU.
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REUTERS / Francis Kokoroko
España
tiene una "responsabilidad histórica con el pueblo saharaui", según
señala Abdulah Arabi por teléfono. El representante en España del Frente
Polisario pide colaboración para el reconocimiento del Sáhara
Occidental o un empujón al "plan de paz" que lleva en vilo desde hace
décadas. "En estos 40 años ha habido poco avance", lamenta Arabi, que
nació en El Aaiún en 1966, cuando esta ciudad era capital de una
provincia autónoma.
"Seguimos a la espera de formalizar nuestro estatus como nación y el
del Frente Polisario", analiza desde Madrid, donde reside, refiriéndose
al organismo que representa (acrónimo de Frente Popular de Liberación de
Saguía el Hamra y Río de Oro, que trabaja para acabar con la ocupación
de Marruecos y conseguir la autodeterminación del pueblo saharaui).
Con respecto al coronavirus, Arabi apunta que, gracias al estado de aislamiento propio del exilio,
no hay casos de coronavirus en los campamentos. En los "territorios
ocupados por Marruecos" se contabilizan cuatro. "Afortunadamente no han
llegado más, porque sería una tragedia. Hemos conseguido protegernos",
avisa. El problema en el caso del pueblo saharaui ya venía de antes: la
huida al país vecino de parte de sus habitantes los dejó apartados de
cualquier sociedad.
Precisamente su categoría insular en el desierto de Argelia les hace
estar alejados del virus, pero también de la ayuda humanitaria.
"Queremos hacer una llamada de ayuda, porque el cierre por el virus lo
es de alimentos y demás productos que necesitamos", esgrime. Hasta el
momento, cuenta, han llegado algunos convoys de la Media Luna Roja
gracias a la colaboración argelina. Y se han
cancelado los envíos
de diversas asociaciones españolas. "Estamos en una situación durísima,
pero como el resto de países en los que están confinados por el
coronavirus. Y siempre depositamos la confianza en España, con la que
tenemos vínculos imborrables", espeta.
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Sputnik / Virginia Uzal
"Con este conflicto llevamos
estancados bastante tiempo",
valora por su parte Jalil Mohamed Abdelaziz, periodista de la radio y
la televisión de la denominada República Árabe Saharaui Democrática
(RASD). Él, de 35 años, vive en Madrid y estudió en Cuba. Desde el otro
lado de la línea telefónica analiza este medio siglo de devaneos y
considera que la realidad saharaui se entiende a dos niveles: el
político y el social. "El pueblo está hermanado. Los políticos, no".
Para ilustrar esta disyuntiva alude a la promesa del expresidente de
Gobierno español Felipe González en 1976 de apoyar su independencia y
cómo el paso de diferentes ejecutivos no ha servido para salir de una
situación de parálisis. "Eso no significa que entre los pueblos no haya
un
sentimiento mutuo de solidaridad. Hay muchas
actividades programadas desde aquí que tejen una amistad entre
comunidades", apostilla quien realiza viajes con organizaciones como la
Asociación de Amigos Saharauis de Madrid.
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Sputnik / Virginia Uzal
Campo de refugiados en Dajla, Sáhara Occidental
David Jiménez, uno de sus miembros, explica cómo llevan años
acogiendo a niños de allí en España durante el verano o ayudando a
estudiar. "Es verdad que el aislamiento, en este caso, es una ventaja.
Pero estamos pendientes de cómo puede llegar la
ayuda humanitaria
porque les resulta esencial", señala quien sigue trabajando estos días,
evaluando la situación de los saharauis y de las distintas
posibilidades para hacer llegar ayuda. "Tenemos una unión especial",
apostilla quien tiene una
sobrina saharaui que vino con seis años a estudiar en la escuela y ya está en la universidad.
"Afortunadamente, gracias a la campaña de prevención, la
situación de los campos es estable.
A pesar del contexto geopolítico que tenemos alrededor", afirma la
ministra de Salud del Sáhara Occidental, Jira Bulahi, en un vídeo
compartido por teléfono. "El control cotidiano ha podido ir reaccionando
según pasaban los días. Ha ayudado la constitución de un comité
especial. En el caso de la llegada de alguien de una zona endémica, se
dan los pasos necesarios para aislarlos", añade.
La coyuntura, alegan las personas consultadas, es difícil. Y podría
ser devastadora si se agravara por el COVID-19 o por el virus ancestral
que acecha a su pueblo: el olvido. Sin embargo, existe cierto
optimismo en cuanto al futuro.
"Esto va a marcar un antes y un después en el mundo, levantando
conciencias e impulsando la solidaridad entre pueblos", asevera Abdulah
Arabi, que prefiere hacer "una lectura positiva" de esta pandemia.
"Primero hay que ver cómo se altera el tablero global y luego ver qué
pasa en el Sáhara", zanja Abdelaziz, a quien ni siquiera ese abandono le
impide ser optimista. "A pesar de todo, tenemos una gran unión",
remarca.
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