Carlos Aurelio Caldito Aunión
Aunque muchos españoles no lo sepan,
algunos lo hayan olvidado, y otros deseen no acordarse, hubo un tiempo
en que España poseía una provincia al otro lado del estrecho de
Gibraltar de nombre “Sahara Español”, la “más grande” de España, tenía
una superficie de 266.000 km², más de la mitad de todo el territorio
peninsular español. Debido a su carácter desértico estaba muy poco
poblada y algunos de sus habitantes, aunque pocos se dedicaban a la
agricultura y el resto a la crianza de camellos, cabras y ovejas. El
Sahara Español poseía –y sigue poseyendo- importantes yacimientos de
fosfatos y bancos de pesca.
La capital de la provincia era El Aaiún,
aunque la ciudad más grande era Villa Cisneros, actual Dajla, capital
de Río de Oro, la cual contaba con un aeródromo internacional. La
matrícula de sus vehículos era SH.
Para que quienes leen estas líneas,
comprendan y sepan de la enorme importancia de los recursos naturales
que poseía el Sahara Español, y a los que de forma incomprensible,
estúpida y traicionera renunció el Gobierno de España tras la muerte del
General Franco, basta considerar que los Acuerdos de Madrid
–“secretos”- cuya validez no reconoce la ONU, que sigue considerando a
España la potencia administradora del Sáhara, incluían la cesión de Fos
Bucraa a la empresa pública marroquí Office Chérifien de Phosphates
(OCP), que es el mayor exportador de fosfatos del mundo: en 2010 el
valor de sus exportaciones superó los 4.500 millones de dólares. De esta
manera, España desaparecía como exportador y el fosfato se convertía en
un monopolio marroquí, con lo que el sultán podía fijar los precios.
Según la revista Forbes, el control de
la explotación a cielo abierto de los inmensos yacimientos de fosfatos
en Bu Craá, a unos 100 kilómetros al sureste de El Aaiún (explotados tan
ilegalmente como la pesca del banco canario-sahariano) explica la
inmensa fortuna del rey Mohamed VI.
Pero, además de los fosfatos y la pesca,
existen otras industrias en el Sáhara que merecen ser mencionadas.
Desde hace ya tiempo, esta región se ha convertido en un importante
exportador de arena (utilizada en la construcción). También es
destacable las exploraciones de ciertos metales y minerales (el hierro y
el circonio), e, incluso, la recuperación de uranio de las propias
minas de fosfatos.
La pregunta obligada es ¿Cómo y por qué
llegó a ocurrir todo ello, cómo empezó la ristra de despropósitos que
acabó convirtiéndose en vil traición a los españoles que vivían en el
Sahara y renunciando a parte del territorio nacional?
La presencia española en África llegó a
su fin con el abandono del Sahara en 1975. Se acababa de ese modo un
siglo de colonialismo débil y sustitutorio tras la independencia de las
colonias americanas. Este territorio era, en principio, mucho menos
problemático que las antiguas colonias de Ifni y Guinea y el
protectorado de Marruecos. Habitado por una decenas de miles de tribus
nómadas, el Sahara Occidental era en su mayoría desértico y la presencia
efectiva de España era todavía muy reciente. Hasta el descubrimiento de
las reservas de fosfatos, los intereses económicos españoles se
limitaban a unos cuantos asentamientos en la costa que permitieran la
explotación de los recursos pesqueros.
En un primer momento, el gobierno
español pensó en el abandono del Sahara mediante un referéndum, al mismo
tiempo que se procedía a la entrega de Ifni a Marruecos y a la
independencia de Guinea. La situación se complicó cuando a las
reivindicaciones de un Gran Marruecos se sumaron las apetencias
argelinas y mauritanas. Además, estallaron conflictos pesqueros con
Marruecos debido a la ampliación unilateral por este último de sus aguas
jurisdiccionales.
Es importante señalara que el territorio
saharahui jamás, que se sepa, había estado históricamente vinculado al
reino de Marruecos, manteniendo los sultanes únicamente relaciones
comerciales con sus tribus nómadas, la mayoría de ellas integradas por
bereberes y gente de origen árabe.
A principios de los años 70 del siglo
pasado, al igual que venía ocurriendo en el resto de África, algunos
saharauis comienzan a cuestionar la ocupación española y plantean la
independencia de la metrópolis. En 1974 el Gobierno de España prometió a
los habitantes del Sahara realizar un referéndum de autodeterminación.
Lamentablemente, poco después el
Gobierno de España acabó traicionando a los saharauis –no se olvide que
entonces poseían la nacionalidad española- y permite que el reino de
Marruecos comience la ocupación.
Cuando el General Franco agonizaba, el
14 de noviembre de 1975, Marruecos y Mauritania firman con el futuro rey
Juan Carlos un acuerdo que nunca sería publicado en el Boletín Oficial
del Estado. España se comprometía a retirarse y Marruecos y Mauritania
se repartirían la provincia española del Sahara Occidental
Como era lógico, los saharauis
denunciaron el acuerdo ya que incumplía las promesas que España les
había hecho, violaba una resolución del Tribunal Penal Internacional, a
la vez que el Sahara pasaba a ser administrado por dos nuevos poderes
coloniales…
Pocas semanas después, las tropas
españolas comenzaron a retirarse, e inmediatamente Marruecos y
Mauritania lanzan sus ejércitos a la conquista del Sahara Occidental
frente a la oposición de sus habitantes.
Las fuerzas aéreas marroquíes
bombardearon pueblos saharauis, utilizando en algunas ocasiones napalm y
fósforo blanco. Como resultado, decenas de miles de saharauis acabaron
huyendo hacia Argelia, en donde construyen campos de refugiados en mitad
del desierto. En la actualidad, 40 años después, aquellos saharauis y
sus descendientes siguen allí.
Como respuesta a la ocupación, el Frente
Polisario inició una guerra de guerrillas frente al potente ejército
marroquí que contaba con el apoyo de Francia y Estados Unidos.
Mauritania acabó aceptando su “derrota”
ante el Polisario en 1979 y reconoció la soberanía del pueblo saharaui
sobre el Sahara Occidental.
La guerra entre Marruecos y el Frente
Polisario prosiguió durante más de tres lustros, hasta que se firmó en
1991 el alto el fuego bajo auspicios de la ONU.
Desde entonces Marruecos controla
aproximadamente el 80% del territorio del Sahara Occidental. Esto
incluye la casi totalidad de las zonas pobladas, los depósitos de
fosfatos y los ricos caladeros pesqueros. El 20% restante del Sahara
Occidental, controlado por el Frente Polisario, es un terreno
inhabitable en el interior del desierto.
Para rematar la faena, Marruecos acabó
construyendo un muro de más de 2.200 kilómetros que separa ambos
territorios. A lo largo de esa barrera se encuentra uno de los campo de
minas más grandes del mundo.
El plan de paz de la ONU, subscrito por
Marruecos y el Frente Polisario estipula la creación de un censo para
celebrar un referéndum en el que los saharauis puedan elegir entre
pasara a ser una provincia más de Marruecos o la independencia.
La ONU tenía previsto realizar el censo
en unas pocas semanas, pero debido a las continuas trabas impuestas por
Marruecos, el censo tardó más de 8 años completarse. Y cuando la ONU lo
publicó en el año 2000, Marruecos se negó a aceptarlo.
Además, desde la firma del alto el fuego
en 1991, Marruecos incentiva a muchos de sus ciudadanos a mudarse al
Sahara Occidental, incrementado así sus opciones de éxito en el caso de
que algún día se lleve a cabo el referendo.
Hoy, más de 25 años después, el
referéndum sigue sin llevarse a cabo. Es importante, también, destacar
que ningún país del mundo ha aceptado la anexión del Sahara Occidental
por parte de Marruecos. Pero, a pesar de ello, es evidente los intereses
de los principales países aliados de Marruecos: Francia y EEUU, aparte
de los de algunas grandes empresas españolas, y los inconfesables
intereses y complicidades de algunos significados políticos españoles,
hacen que Marruecos no sienta ninguna urgencia por encontrar una
solución, y menos de convocar un referéndum.
La antigua provincia española del Sahara Occidental es el mayor territorio del planeta que todavía no ha sido descolonizado.
Y mientras tanto, “la historia
continúa”; Marruecos ocupa el Sáhara Occidental, donde, junto a más de
150.000 colonos marroquíes, habitan unas 70.000 personas de ascendencia
saharaui. En los campamentos de refugiados de Tinduf viven unos 100.000
saharauis, y el Frente Polisario dirige una campaña diplomática
internacional –sin apenas éxito, todo hay que decirlo- para exigir que
se realice la consulta acordada en 1991… Y cada día que pasa, miles y
miles de saharauis más pasan a formar parte de una diáspora que tiene a
España y a Mauritania como sus principales destinos.
El problema del Sáhara es,
probablemente, la última herencia del franquismo no resuelta durante la
denominada “Transición” española. Desde que España abandonó la antigua
provincia del Sahara, hace más de 40 años, los saharauis no han parado
de exigir a España que cumpla con las responsabilidades de las que
abdicó en 1975.
La ONU nunca aprobó los Acuerdos de
Madrid y nunca ha considerado que España transfiriera la soberanía del
Sáhara Occidental a sus habitantes (lo cual sí se hizo con las demás
colonias); tampoco la ONU ha reconocido la legitimidad a ninguno de
otros dos firmantes del acuerdo, Marruecos y Mauritania, el estatus de
potencia administradora, estatus que España no posee capacidad de
transferir unilateralmente».
Así pues, “legalmente” el Sahara Occidental continúa siendo una colonia española o una provincia de España.
Y mientras, según el llamado “Programa
Mundial de Alimentos” dos tercios de las mujeres que habitan en ¨Tiduf
sufren anemia, y el muro construido por Marruecos hace que miles de
familias sigan separadas después de varias décadas.
Y el tiempo pasa, y nos vamos haciendo
viejos –y los desgraciados saharauis también- y los gobiernos en España
se suceden, y las autoridades españolas siguen repitiendo la misma forma
de comportamiento vil con los saharauis: buenas palabras pero, a la vez
que rinden pleitesía a Marruecos.
Por poner algunos ejemplos: El 14 de
noviembre de 1976, Felipe González, secretario general del PSOE, viajó a
los campamentos de refugiados para apoyar al Frente Polisario:
«Sentimos vergüenza de que el Gobierno no haya solo hecho una mala
colonización sino una peor descolonización, entregándoos en manos de
gobiernos reaccionarios como los de Marruecos y Mauritania. Nuestro
partido estará con vosotros hasta la victoria final». Otra promesa que
no iba a tardar mucho en romperse.
Transcurrido el tiempo Felipe González
fue alejándose del Sahara y acabó convirtiéndose en un entusiasta
defensor del régimen marroquí. «El país con mayor espacio de libertades
que conozco del mundo árabe es Marruecos, incluidas las autoridades del
Sahara Occidental». Felipe González hizo un acto de desmemoria y se
olvidó de los desaparecidos en cárceles secretas, las detenciones
arbitrarias, los juicios sin garantías y las torturas, los muertos y los
apaleados. A González se le olvida la represión documentada por
diferentes organizaciones internacionales y periodistas. Pero bueno, ya
sabemos que para Felipe González la dictadura de Pinochet era algo
parecido a una tarde de cervecitas, con un poco de lluvia.
El Partido Popular también se ha sumado a
la hipocresía y el cinismo del Partido Socialista. Durante los años de
oposición a Zapatero, criticó –con razón– que el Gobierno socialista no
condenara el desmantelamiento violento del campamento de protesta que
los saharauis habían levantado a las afueras de El Aaiún, en los
territorios ocupados. Pero años después, ese mismo PP que acusaba a
Zapatero de renunciar a defender los derechos humanos para no disgustar a
Marruecos, hace lo mismo: el Gobierno de Rajoy negó, por ejemplo, asilo
político en España a Hassana Aalia, un activista de 27 años, condenado a
cadena perpetua por su participación, precisamente, en aquel
asentamiento de El Aaiún. Ese más, el PP acabó imponiendo su mayoría
absoluta, con Mariano Rajoy al frente, para rechazar en el Congreso la
concesión del asilo. Afortunadamente, un mes después, la Audiencia
Nacional suspendió la expulsión de Hassana Aalia… El PP también posee el
“honor” de formar parte de la insidia y la traición a los habitantes de
la antigua provincia española del Sahara Occidental.
No cabe duda, o al menos a mí no me cabe
que España y los españoles poseemos una grandísima responsabilidad en
el asunto del Sahara, tenemos una grandísima deuda histórica con quienes
hasta hace muy poco eran nuestros compatriotas; España no ha llevado a
cabo la descolonización que le correspondía hacer y nunca debió de haber
dejado a nuestros hermanos saharauis ante los tanques marroquíes, no
podemos permitir que semejante injusticia caiga en el olvido, no podemos
permitir que los saharauis sigan padeciendo el desprecio, el saqueo y
el expolio y permanecer de brazos cruzados, no podemos permitir que el
pueblo saharaui desaparezca y se acabe produciendo un completo
genocidio.
Debemos exigir que el Gobierno de España
(si es que algún día acabamos teniéndolo) impulse decididamente, sin
temor alguno el referendo de autodeterminación, o si no, permitir que
los saharauis accedan plenamente a la nacionalidad española. ¿Por qué
merecen ser acogidos plenamente los descendientes de los judíos que
fueron expulsados de España hace más de 500 años y no los habitantes del
antiguo Sahara Español?
Cuando el país vecino, ese que su
selección de fútbol ganó la Eurocopa con Cristiano Ronaldo al frente,
poseía aún colonias, se produjo un conflicto similar al del Sahara
Occidental en Timor Oriental. Indonesia invadió el territorio y Portugal
nunca renunció a su condición de potencia administradora, rompió sus
relaciones con Indonesia y se preocupó de denunciar lo que allí estaba
ocurriendo.
Timor acabó celebrando un referéndum y accedió a la independencia, y actualmente es un país libre y soberano…
La Voz Ibérica