Que bonita la vida
Que da todo de golpe
Y luego te lo quita
Te hace sentir culpable
A veces cuenta contigo
A veces ni te mira
Que bonita la vida.
Que bonita la vida -
Dani Martín-
Ya llega, ya está aquí, casi puedo
sentirlo. Si en un futuro me preguntan, diré haberlo dicho y con
orgullo, me han dado clases en los Campamentos de Refugiados Saharauis,
maestros que no eran maestros. Y afirmaré haberlo dicho mil veces porque
ya saben que soy muy aficionada a contar cómo era aquel lugar y cómo
fueron aquellos años ¡ay esos años!.
Ha pasado tanto tiempo y tantas cosas
que no sabría por dónde empezar. Te sorprenderías al conocer algunas,
otras te entristecerían y con las de más allá reirías a carcajadas,
seguro. Como me hubiera gustado tener cuadernos, una pizarra digital, ir
al gimnasio o por lo mismo salir al patio y que sea una especie de
parque en mi mismo colegio. Algo hubiera cambiado, seguro.
En ocasiones se me hace imposible
escribir sobre esa época, y tengo que hacer una especie de ejercicio
emocional para contener las lágrimas. Pero rápidamente, mi cara dibuja
una tímida sonrisa de satisfacción, me doy cuenta de todas las cosas que
han cambiado desde entonces. De cómo habíamos cambiado en estos años.
Todo igual, pero a la vez diferente, ya sabes. Todo cambia.
Bueno, a lo que iba, tengo unas ganas
terribles de volver a ese paraíso que tanta vida dio en el lugar más
inhóspito del planeta, y perder la noción del tiempo y del espacio,
tengo ganas de la noche de las mil estrellas – toda una tradición, os
comento –, tengo ganas de ratos jugando, y esas mañanas que bien
temprano los rallos de sol cada vez se adelantan más. Tengo ganas de
contaros lo que está por venir. Tengo ganas de pies descalzos, melhfas
de colores. De bailes, de reencuentros, de infinitos saludos. Tengo
ganas de paseos al atardecer y cus-cus para comer.
También, tengo ganas de risas infinitas y
juegos improvisados. De hablar, de explicar. Tengo ganas de lo mejor.
De sonrisas cómplices y gestos que delatan. Tengo ganas de llegar con el
reloj puesto y aprender a vivir sin él por unos días. Tengo ganas de
desconexión, de perder la clave del wifi de manera intencionada, de no
saber si es lunes o sábado porque lo que realmente importa es si hoy
comemos en casa o nos quedamos donde la vecina. Tengo ganas de disfrutar
ese silencio, mientras todos duermen, con calma y siempre pensando lo
mismo, ¡que injusto es el mundo, pero sobre todo, que injusto con ellos!
Tengo ganas de hacer algo por ellos (y
por mucho que haga, sé que nunca es suficiente), de disfrutar de ese
noble arte que sólo los saharauis saben transmitir, de dejarme llevar y
contemplar el atardecer mientras me resisto a entrar en la jaima. No hay
duda de que es el mejor momento del día, por eso no entiendo a la gente
que se va justo en ese instante, creo que se pierden lo bueno de
verdad. Tengo ganas de disfrutar como siempre y vivir como nunca. Tengo
ganas de celebrar lo que sea, sin motivo o con todos de golpe. Porque
cualquier momento es bueno para compartir con ellos.
Tengo ganas de seguir sumando proyectos,
ilusiones y, si es posible, multiplicando. De seguir planeando. De
seguir siendo. En definitiva, de seguir soñando. Porque a fin de cuentas
es lo que le da el punto interesante a todo esto. Por todos estos
motivos – y algunos más –doy por iniciado al proyecto MAESTROS ENTRE
DUNAS, sí a eso, que con tanto recelo por otra parte he mirado en tantas
ocasiones. Ganas mil, y motivación a tropecientos, pero sobre todo
ilusión.
Jóvenes, comprometidos, y con tanto por
dar, desde aquí GRACIAS, y por supuesto; me quito el sombrero, seréis
buenos maestros de eso -no tengo duda-, pero personas como vosotros
ojalá más, porque mejor, lo dudo.
Pd: Os hablaba del proyecto de las ganas
que tienen, pero no de quienes son; son jóvenes universitarios “Entre
dunas” que van a ir a los Campamentos de Refugiados Saharauis a llevar
material a las diferentes escuelas, pero sobre todo; trabajar, enseñar y
motivar. De nuevo, como Saharaui, GRACIAS, sois grandes!!!
Benda Lehbib Lebsir
Fuente:
1niñosaharaui