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Entrevista con Ana Camacho, coautora del libro Ana Sánchez Borroy
Cuando Ana Camacho (Madrid, 1960) empieza a responder nuestras
preguntas, se hace evidente que es una apasionada de todo lo que tenga
que ver con el Sáhara Occidental. También, que le cuesta entender cómo
el resto del mundo no comparte con ella su indignación y su enfado por
las injusticias que sufre el pueblo saharaui y por las mentiras que nos
han contado a todos sobre este conflicto.
¿Cómo surge la idea de publicar Sáhara Occidental: 40 años construyendo resistencia?
Surge en el Observatorio Aragonés para el Sáhara Occidental, con sede
en Zaragoza, que es un movimiento muy activo de solidaridad con el
pueblo saharaui, centrado en destacar el precedente que supone como
incumplimiento del derecho internacional. De hecho, el Observatorio ya
publicó un primer libro hace dos años y en los dos se hace especial
hincapié en las cuestiones jurídicas. Marruecos intenta aparentar que el
Frente Polisario es equivalente a la banda terrorista ETA del País
Vasco o a los independentistas catalanes, intentando asentar la idea de
que el Sáhara Occidental ha formado parte siempre de Marruecos y que
ahora se quieren separar. Es un símil, sobre todo, pensando en España,
que tenemos un papel relevante en la solución de este conflicto. Sin
embargo, la realidad no tiene en absoluto nada que ver: ni Cataluña ni
el País Vasco fueron jamás un territorio no autónomo pendiente de
descolonización, que es la situación jurídica que tiene ahora mismo el
Sáhara Occidental.
¿En qué consiste exactamente el incumplimiento del derecho internacional que mencionaba?
España incumplió gravemente el derecho internacional cuando entregó
el territorio del Sáhara Occidental a Marruecos. La Carta de las
Naciones Unidas describe perfectamente las responsabilidades jurídicas
que tienen las potencias colonizadoras con los pueblos que administran;
la principal obligación es descolonizar y, hasta que no se hace, no
terminan esas responsabilidades. Los acuerdos de Madrid con los que
España entrega en el 75 el Sáhara a Marruecos son una estafa a la
opinión pública española, a la marroquí y al mundo entero. De hecho, el
secretario general de Naciones Unidas hace un informe todos los años
sobre cuáles son los pueblos del mundo pendientes de descolonizar. Pues
bien, en África solo queda el Sáhara Occidental y ese informe dice que
la potencia administradora es España, por mucho que nuestro país
declarara acabadas sus responsabilidades en febrero del 76, cuando
abandonó el territorio. Lo vimos con la descolonización de Timor
Oriental, cuando Portugal abandonó la zona por la invasión de Indonesia.
A diferencia de España, Portugal declaró que no podía ejercer sus
facultades como potencia administradora sobre el terreno, pero que no
las podía extinguir. Por eso, Portugal siguió defendiendo al pueblo de
Timor Oriental, dándole voz en el conflicto a nivel internacional, hasta
que lograron la independencia. Sin embargo, todos los gobiernos
españoles han defendido que, con los acuerdos de Madrid firmados, ya no
tenemos nada que ver con el Sáhara. Entonces ¿cómo se explica que
Naciones Unidas nos siga incluyendo en su informe como potencia
administradora? Los periodistas tenemos una gran responsabilidad con
nuestros lectores, para garantizar su derecho a una información veraz y
completa. Pienso que, con el Sáhara Occidental, nos hemos dejado
contaminar y arrastrar por un relato que ha intentado torcer la verdad.
Y, en este caso, rectificar el relato ayudaría mucho a la solución
pacífica del conflicto.
¿Por qué este relato “torcido” ha predominado?
Para empezar, porque el relato de la guerra del Sáhara comienza en el
75; todavía teníamos una dictadura en España. Curiosamente, ahora
sabemos que el Gobierno de Franco había apoyado el derecho a la
autodeterminación del pueblo saharaui; lo hemos descubierto gracias a
archivos extranjeros porque la información de los archivos españoles
sigue vetada a los historiadores. Desde mediados de los 70, cuando
España aún era una potencia colonizadora, Naciones Unidas proponía un
referéndum para que el pueblo saharaui optase de forma libre y
transparente entre tres opciones: ser un pueblo independiente y
soberano, formar parte de Marruecos o incluso en aquella época se
barajaba la posibilidad de seguir siendo colonia española. Marruecos
llegó a votar a favor de las resoluciones de Naciones Unidas que pedían a
España descolonizar y permitir ese referéndum en el Sáhara.
Sin embargo, en el relato periodístico es frecuente presentar el
referéndum como una reivindicación propuesta por el Frente Polisario.
Marruecos ha propiciado otras mentiras históricas, como crear la farsa
de que la Marcha Verde obligó a España a entregar el Sáhara para evitar
una guerra. Supuestamente, el 6 de noviembre de 1975 los militares
españoles dejaron pasar a los civiles de la Marcha Verde que cruzan la
frontera de Marruecos para evitar un genocidio. Allí, estuvo Televisión
Española, evidentemente sometida a la férrea censura del régimen. Años
después, con la documentación histórica, hemos podido confirmar lo que
contó cuando se jubiló el responsable de los servicios de inteligencia
del ejército español en ese momento, el coronel José Ramón Diego
Aguirre: que la auténtica invasión había empezado en secreto con tanques
una semana antes, el 30 de octubre. Allí no hubo un equipo de
televisión ni corresponsales. Hemos pasado años con la mente marcada por
unas imágenes de televisión en el subconsciente colectivo que falseaban
que la auténtica marcha había empezado una semana antes y con tanques.
¿Desde cuándo se sabe esto?
Cuando José Ramón Diego Aguirre puede hablar ya estábamos a mediados
de los años 80. Esa información habría sido un bombazo antes, entre el
75 y el 78, porque había mucha preocupación. En aquella época, Felipe
González pronunció un discurso en el Sáhara diciendo que se comprometía
con la historia y que, si podía, declararía la nulidad oficial de los
acuerdos de Madrid. Sin embargo, nada más ganar las primeras elecciones,
lo primero que hizo fue olvidarse del Sáhara. No sólo eso; los medios
de comunicación afines al PSOE también se olvidan de la causa saharaui. A
los periodistas que nos llamaba la atención este conflicto, nos ocurría
que, cuando íbamos a nuestros jefes, nos decían que esto no interesaba.
En mi caso, a mí me vetaron clarísimamente; habrá gente que no lo
reconocerá o no lo dirá por miedo.
¿Sugiere que detrás de esa falta de interés de los medios se escondía algo?
Evidentemente, había una presión por parte de los partidos políticos.
Hoy en día sabemos, por ejemplo, que Marruecos ejerce una presión
brutal sobre España hasta el punto de que la cooperación en materia de
terrorismo para evitar otro 11-M está condicionada al asunto del Sáhara
Occidental. Con eso en juego, podemos imaginar cómo cada partido que
gobierna va a hacer lo posible para que Marruecos coopere. Además,
Marruecos se ha gastado muchísimo dinero en financiar partidos políticos
de países occidentales. No lo sabemos con certeza en el caso de España
ni en Francia, pero en Estados Unidos es conocido que incluso Hillary
Clinton ha recibido dinero de la fundación de Mohamed VI. Es presumible
que esa fundación haya gastado también en partidos políticos de otros
países.
¿Cómo se controla ese relato periodístico sobre el Sáhara Occidental actualmente?
Con todo tipo de maniobras sucias, como es propio de cualquier
guerra; siempre se dice que la primera víctima de un conflicto bélico es
la verdad. Cada uno de los contendientes intenta describir el conflicto
de manera que sirva para apoyar sus intereses; aunque en este caso,
claramente, hay una parte, Marruecos, que miente más que la otra.
Todavía hoy, que ya llevamos 40 años de conflicto, una de las
principales preocupaciones del régimen marroquí sigue siendo mandar a la
cárcel a todo el que diga que el Sáhara está ocupado, porque eso supone
decir que no pertenece a Marruecos. Por este motivo, hay periodistas
castigados con cárcel o con la prohibición de ejercer su profesión.
Además, es difícil conseguir los permisos para entrar en la zona
ocupada y, una vez allí, los compañeros aseguran que no les dejan
moverse, que hay represalias, expulsiones… En nuestro caso, el colmo es
que en las redacciones de los medios españoles se coloque la etiqueta de
"pro saharaui" a algunos periodistas. En el fondo, te están diciendo
que no eres objetivo, cuando se supone que un periodista lo primero que
tiene que hacer es defender los derechos humanos, la ley y el derecho
internacional. El código ético de la UNESCO marca como un deber
ineludible para los periodistas que estén del lado de los débiles, de
las causas justas y, sobre todo, las causas de descolonización, como es
ésta.
¿Cuál es la historia del tuitero Chris Coleman?
Es un tuitero misterioso que se ha dedicado a divulgar
correspondencia de la diplomacia marroquí. Son unos tuis que ponen de
manifiesto que hay toda una estrategia para conseguir tergiversar el
relato del conflicto en las principales capitales claves en la toma de
decisiones en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas: Bruselas,
París, Washington... Según denuncia este tuitero, Marruecos dedica un
enorme esfuerzo diplomático y económico en la creación de supuestos
periódicos, en financiar a académicos tanto marroquíes como extranjeros
que defienden las tesis que a ellos les convienen, les publican libros,
les financian incluso centros de investigación internacional...
Marruecos ha reconocido que estos e-mails de diplomáticos son
auténticos. Es toda una red de corrupción para mentir en dos frentes: a
las diplomacias y las opiniones públicas occidentales y, sobre todo, al
pueblo marroquí.
El título del libro habla de "40 años construyendo resistencia", ¿hay resistencia también en el ámbito de la información?
Sí, somos muchos los periodistas que organizamos reuniones para
hablar de los problemas que hay a la hora de dar una información
continuada y verídica. No se trata de contar sólo aisladamente noticias
puntuales sobre el conflicto, sino informar sobre qué ocurre después.
¿Cuánta información sobre el Sáhara hemos visto publicada en los últimos
meses? Y eso que está a punto de terminar el plazo que Naciones Unidas
ha dado a Marruecos para obligarle a que vuelvan los cascos azules a sus
puestos en los territorios ocupados. Luego dicen que no hay censura. De
hecho, tras comprobar que la prensa española apenas publicaba nada, los
propios saharauis han desarrollado una comunicación por internet muy
importante. Son muy activos en el mundo de la ciber guerra, utilizando
las redes sociales para difundir su causa y romper el bloqueo
informativo.
El Diario