El Presidente de la República felicita a su homólogo ecuatoriano por el 213 aniversario de la independencia de su país SPS Bir Lehlu (República Saharaui), 10 de agosto de 2022 (SPS) – El Presidente de la República y Secretario General del Frente POLISARIO, Sr. Brahim Ghali, felicitó este miércoles a su homólogo ecuatoriano, Guillermo Laso Mendoza, con motivo del 213 aniversario del primer grito de independencia de la República del Ecuador, que coincidió con el 10 de agosto de 1809. En la carta de felicitación a su homólogo ecuatoriano, el Presidente de la República expresó “sus más sinceras felicitaciones, en nombre del pueblo y del gobierno de la República Saharaui, al hermano gobierno y pueblo del Ecuador, con motivo del 213 aniversario de la independencia”. “Este hecho histórico llevado a cabo por el valiente pueblo ecuatoriano, permitió sembrar las semillas de la liberación y emancipación en América Latina, así como el cumplimiento del sueño ...
La geopolítica del conflicto en el Sáhara Occidental
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TOMADO de Correo Diplomático Saharaui
Las rentas estratégicas del reino marroquí y la fabricación de terroristas del desierto
El conflicto en el Sáhara Occidental
carga el estigma de la geopolítica desde su inicio. En realidad, es
posible afirmar que la geopolítica impregna todo lo que se relaciona a
la cuestión de la independencia en el Sáhara Occidental, teniendo en
cuenta que el tema se ha inserido sistemáticamente en la agenda de
seguridad de las grandes potencias, influyendo y siendo influenciado por
cálculos militares y por la estrategia y construcción de amenazas -lo
que contribuyó significativamente con su permanente ímpase-. La propia
Misión de Paz para el Referéndum en el Sáhara Occidental (Minurso),
creada en 1991 y encargada de realizar una consulta de autodeterminación
que hasta hoy no se ha concretado, es incapaz de imponer un mandato de
monitoreo de los derechos humanos por cuenta del persistente veto de
Francia, una de las principales aliadas de Marruecos –que a su vez ocupa
militarmente el territorio desde 1975- en el Consejo de Seguridad de la
ONU.
En contra de la tendencia liberal
predominante que tiene por objetivo comprender la etapa actual del
conflicto únicamente por la óptica de la misión de paz o bien a través
de los esfuerzos de negociación y construcción de medidas de confianza ,
en este breve artículo valoramos la geopolítica como factor explicativo
y necesario para cualquier reflexión o tomada de decisión política
sobre la resolución de ese conflicto que ya dura cuarenta años.
La geopolítica de los recursos naturales
Localizado en la región del Magreb
árabe, al noroeste de África, el Sáhara Occidental es el único
territorio africano cuya descolonización aun está pendiente, lo que le
hace figurar, en el ámbito de Naciones Unidas, como territorio
no-autónomo. Alcanzando un área de cerca de 266.000 km2 en pleno
desierto saharaui, el territorio es rico en recursos naturales, con una
de las más grandes reservas de fosfatos del mundo, al lado de la
extracción de mineral de hierro, pesca y arena. En los últimos años,
también han crecido las especulaciones sobre su potencial en reservas de
petróleo y gas natural.
El condicionamiento del Sáhara
Occidental a una verdadera geopolítica de los recursos naturales es
bastante antigua y remite a la llegada oficial de los españoles en 1884,
en pleno periodo de reparto de África por las potencias europeas. La
seguridad del territorio para fines de interiorización, exploración
económica y colonización del pueblo autóctono (bereberes nómadas) estuvo
garantizada por su asimilación progresiva a la Corte española: en 1884,
se alegó utis posidetis sobre el territorio en la Conferencia de
Berlín, asegurando el derecho de ocupación contra ataques externos; en
1885, el territorio ascendió a la condición de protectorado español; y
en 1957, tras perder una guerra contra el recién-independiente
Marruecos, el gobierno español cambió el estatuto jurídico del
territorio, que dejó de ser colonia para convertirse en una provincia
española, también conocida como “Sáhara Español”.
Con la creación del Frente Popular de
Liberación de Saguía el Amra y Río de Oro (Frente Polisario) en 1973 y
el surgimiento del movimiento nacionalista saharaui, sumado al cuadro de
crisis del régimen franquista en España, se iniciaba el camino para la
descolonización. En 1975, sin embargo, el rey de Marruecos, Hassan II,
tenía un plan geopolítico que transformaría el destino de los saharauis
[1]. Tras la sentencia de la Corte Internacional de Justicia (CIJ)
estableciendo que no había “ningún lazo de soberanía territorial entre
el territorio del Sáhara Occidental y el reino de Marruecos” (CIJ,
1975:100), Hassan actuó rápidamente para garantizar que las “rentas
estratégicas” de la Guerra Fría le favorecieran. Inició un lobby
político en Estados Unidos con el objetivo de garantizar apoyo de aquel
país en caso de guerra, presentando el movimiento nacionalista como una
amenaza a los intereses de Estados Unidos en la región.
El primado de la geopolítica luego
mostró las cartas. En la mañana siguiente al pronunciamiento de la CIJ,
el entonces secretario de Estado de Estados Unidos, Henry Kissinger,
informó al presidente Gerald Ford sobre la evolución de la situación:
“Marruecos está amenazando con una marcha masiva en el Sáhara Español.
La CIJ dio una opinión que decía que la soberanía había sido decidida
entre Marruecos y Mauritania. Eso es básicamente lo que Hassan quería”
(Mundy, 2005 [2]). Habiendo claramente distorsionado la decisión final
de la CIJ, Kissinger pasó a presionar España para que aceptara una
solución favorable a Marruecos. En el día 6 de noviembre de 1975, Hassan
II inicia la llamada “Marcha Verde”, que reunió alrededor de 350 mil
marroquíes para apropiarse del Sáhara Occidental, representando un acto
simbólico de “reconquista”. Mauritania también decidió invadir el
territorio y, a partir de ese momento, se inició el periodo de guerra
que duró hasta 1988, año en que se firmó el alto-fuego [3].
Con la ocupación militar marroquí, el
reino encontró una causa para garantizar la estabilidad del régimen y
hacerlo viable económicamente. Las inversiones billonarias para la
explotación de recursos naturales del Sáhara Occidental convirtieron a
Marruecos en uno de los más grandes exportadores de fosfatos del mundo.
Se estima que, apenas en el 2013, haya sido exportadas 2,2 millones de
toneladas de fosfatos del Sáhara Occidental –un valor que representa
alrededor de 330 millones de dólares (WSRW, 2014). Diversas empresas
multinacionales operan en el territorio ocupado, con actividades de
prospección, extracción y comercialización de los recursos naturales en
detrimento de los intereses del pueblo autóctono, lo que constituye una
violación de diversos dispositivos jurídicos internacionales como la IV
Convención sobre Derechos y Costumbres de la Guerra en Territorios y sus
Anexos, el artículo 33 de la IV Convención de Ginebra de 1949 y el
artículo 16 de la Carta de Naciones Unidas sobre Derechos y Deberes
Económicos de los Estados, de 1974. La geopolítica de los recursos se
mostró aun más evidente cuando, en el 2015, periodistas denunciaron que
la pre-candidata demócrata a la Casa Blanca, Hillary Clinton, estaría
recibiendo donaciones de cerca de cinco millones de dólares para su
campaña a través de la OCP, estatal marroquí que controla una de las
mayores minas de fosfatos del Sáhara ocupado (NCR, 2015).
La fabricación de terroristas del desierto
Como uno de los principales aliados de
Estados Unidos en el mundo árabe, Marruecos ha recibido un significativo
apoyo económico y militar, en razón de sus agendas de seguridad y
tácticas geopolíticas, que se convierte en rentas estratégicas para que
la monarquía persista con su política de ocupación del territorio
saharaui. Durante la Guerra Fría, los Estados Unidos temían una
expansión soviética en África Subsahariana y convirtiese el Sáhara
Occidental en un centro de irradiación de los ideales socialistas. Por
lo tanto, no solo era importante que mantuviesen la monarquía estable en
aquel periodo, sino que también aseguraran que el Sáhara Occidental no
se hiciera independiente, por la “amenaza” que representaba a sus
intereses. Eso explica en gran medida porque, entre 1975 y 1990,
Marruecos obtuvo más de 1/5 del auxilio total de Estados Unidos para
África, siendo más de mil millones de dólares en asistencia militar y
1,3 billones de dólares en asistencia económica (Zoubir, 2010:985).
Con el fin de la Guerra Fría, la
“amenaza” no dejó de existir, sino que cambió de rotulo, cuya
característica actual es la Guerra Global contra el Terrorismo, liderada
por Estados Unidos desde el 2001. La región del Magreb árabe pasa por
una reconfiguración de sus dinámicas de seguridad desde que Estados
Unidos empezaron a invertir en iniciativas contraterroristas, como la
Pan-Sahel Initiative (2001) y el Trans-Sahara Counterterrorism
Partnership (2005), con el objetivo de derrotar a Al Qaeda en el Magreb
Islámico (AQIM) y otras organizaciones terroristas regionales, como el
Boko Haram. Fortaleciendo las capacidades coercitivas de regímenes
regionales, sobretodo de Marruecos, esas medidas, con su perspectiva
esencialmente militarista, repercutieron negativamente y alimentaron,
paradójicamente, grupos que se radicalizaban como respuesta a la
represión policial interna de determinados regímenes del Magreb y del
Sahel.
En esa dinámica, el reino de Marruecos
pudo aprovecharse una vez más de las rentas estratégicas de la
geopolítica global, construyendo mayores barreras para el proceso de
independencia y corroborando la construcción de un imaginario
(geo)político en el que los saharauis son percibidos como amenaza y los
campamentos de refugiados, como un espacio no-gobernado que fomenta
actividades de trafico y reclutamiento por organizaciones terroristas
locales.
Pese la presión internacional cada vez
más grande para que Marruecos se retire del territorio y acabe con la
explotación de los recursos naturales, la estrategia utilizada por el
reino como intento de desviar la atención de los problemas internos de
su país (paro, represión, pobreza, etc.) y de la comunidad
internacional, con tal de conquistar apoyo a la anexión del territorio,
se ha dado en gran medida a través del mecanismo de adjetivación del
movimiento saharaui como terrorista.
La propaganda ideológica del reino de
Marruecos, denunciada por muchos académicos y periodistas [4], es
difundida por agencias de noticias y think tanks reputados. Un titular
de la revista Time, por ejemplo, afirma: “Hay una nueva amenaza
terrorista emergiendo en el Sáhara Occidental, y el mundo no está
prestando atención” (Time, 2004). De modo semejante, un titular del
periódico The Washington Post declara: “Afiliada de Al Qaeda tensiona
sus músculos en el Magreb” (The Washington Post, 2011), en referencia a
los campamentos del Sáhara Occidental; y en el think tank Carnegie
Endowment, vemos el título de la siguiente investigación: “Hirviendo
descontentamento en el Sáhara Occidental” (Boukhars, 2012).
Ese imaginario político, adherido por
algunos de los principales centros de tomada de decisión de Occidente,
es extremamente contraproducente para cualquier esfuerzo de
reconciliación. Como argumenta la antropóloga Kristina Isidoros:
“Los Saharauis son notables por observar
un islam pacífico y una tradición literaria milenaria. Ellos son el
grupo menos probable de querer estar involucrado con alguna ‘entidad de
Al Qaeda’ porque su objetivo principal es el de conquistar derechos
internacionales aceptables. (…) Cualquier involucración con
‘fundamentalismo extremo’ y ‘terrorismo’ devastaría sus posibilidades de
alcanzar su derecho internacional y de retornar a su tierra. (…) Aún,
en cuanto refugiados habitando campamentos, ellos están bajo una extrema
observación publica por centenares de visitantes extranjeros como
funcionarios humanitarios, políticos y académicos.” (Isidoros, 2010:65)
Comentario
Cualquier decisión política para avanzar
el proceso de independencia del Sáhara Occidental debe llevar en cuenta
la configuración geopolítica que ha propiciado la prolongación del
conflicto a un permanente ímpase. Aunque la Minurso aun sea relevante
para la manutención del alto-fuego y de la estructura de apoyo
humanitario, la ONU ha agotado todas las posibilidades de una
reconciliación con base en la negociación y concesión mutua entre las
partes, el Frente Polisario y Marruecos. Apenas una visión realista
basada en las dinámicas locales e internacionales del poder dan cuenta
del hecho que los actuales esfuerzos diplomáticos de la ONU terminaron
por beneficiar el reino de Marruecos y su infraestructura millonaria de
explotación de los recursos naturales saharauis, además de la
urbanización e integración crecientes de la sociedad en territorio
ocupado a la monarquía.
Mientras tanto, los saharauis que sueñan
con la independencia permanecen susceptibles a ese gran juego de
estrategias políticas cruzadas. En ese sentido, las alternativas
políticas para el fin del conflicto pasan necesariamente por el
activismo de la sociedad civil de cada país en el mundo, presionando sus
respectivos gobiernos a reconocer la independencia saharaui y
prohibiendo empresas de participar de actividades de prospección,
explotación y comercialización de los recursos naturales del territorio
ocupado, que constituye una violación del derecho internacional.
Lejos de idealizadas, tales iniciativas
siguen una tendencia establecida que ya ha surtido efectos bastante
positivos para los saharauis. Apenas por dar un ejemplo reciente, el
Frente Polisario acabó de ganar una batalla judicial en el tribunal
europeo que excluye el territorio ocupado del acuerdo comercial entre
Marruecos y la Unión Europea. Según explica la sentencia, sobre la
formulación del acuerdo, el Consejo Europeo “debería haber asegurado que
no habría indicios de una explotación de los recursos naturales del
territorio del Sáhara Occidental bajo control marroquí que pudiese ser
realizado en detrimento de sus habitantes y en violación a sus derechos
fundamentales” (El País, 2015).
Pese al vibrante movimiento alrededor
del mundo de resistencia no-violenta, los saharauis no descartan la
opción de retomar el conflicto armado, en la medida en que hay una
sensación de frustración creciente por la marginalización y el
silenciamiento frente al mundo. Así, resta la concientización política
de una sociedad civil solidaria e involucrada con la independencia
saharaui, que presione sus gobiernos para revertir ese cuadro de crisis
humanitaria.
Notes
1) Tras la independencia, con el reino
extremamente fragmentado, la élite marroquí vio la necesidad de
centralizar el poder bajo el sultán Mohamed V, que estaba alineado con
los intereses de las potencias occidentales. Entre los partidos
políticos marroquíes se destaca el ultranacionalista Istqlal, que
redefinió las fronteras políticas del país con el proyecto geopolítico
expansionista del “Gran Marruecos”. El nuevo territorio pasaría a
abarcar, según el proyecto, un pedazo de Argelia y otro de Mali, toda la
Mauritania y el Sáhara Occidental. Como los demás países ya habían se
constituido como Estados independientes, la usurpación del Sáhara se ha
convertido en el principal eje de la política exterior marroquí.
2) Traducción libre y grifo del autor.
3) Entre el final de 1975 y el inicio de
1976, millares de saharauis fueron forzados a buscar refugio fuera del
territorio por los ataques aéreos marroquíes con bombas de napalm y
fósforo blanco –lo que culminó con la muerte de millares de personas.
Los saharauis encontraron refugio en la ciudad de Tindouf, sureste de
Argelia, donde construyeron los campamentos de refugiados que los abriga
hasta hoy. Mauritania se retiró del conflicto en 1979 por cuenta de la
fragilidad interna del país.
4) Ver, por ejemplo, Conrad (2014) y Isidoros (2010).
*Rodrigo Duque Estrada es investigador
en el Programa de Posgrado en Relaciones Internacionales “San Tiago
Dantas” (Unesp, Unicamp, PUC-PSP) y miembro del Grupo de Estudios sobre
Conflictos Internacionales (Geci-PUC). Contacto: rodpanzera@gmail.com.
REFERENCIAS
BOUKHARS, Anouar. Simmering Discontent in the Western Sahara. Paper para el Carnegie Endowment for International Peace, 2012.
CONRAD, David. Nowhere Land: After 40 years of fighting in the desert
for their unrecognized country, the people of Western Sahara may be on
the cusp of collapsing into extremism — and it could be the thing that
saves them. Foreign Policy, 2014. Disponible en:
https://foreignpolicy.com/2014/06/25/nowhere-land/
EL PAÍS. La justicia europea anula um pacto comercial com Rabat por el Sáhara. Artigo de Lucía Abellán, 11/12/2015. Disponible en:
INTERNATIONAL COURT OF JUSTICE. Summaries of Judgments, Advisory
Opinions and Orders: Western Sahara. Disponible en: http://www.icj
cij.org/docket/files/61/6197.pdf. Acceso en 2/11/12.