Articulo de Opinión
Y, sin embargo, les hemos vencido. Crónica de
una invasión y traición 43 años después.
Hadamin Mohamed Moulud, jurista y diplomático saharaui
Dos semanas antes, habían atravesado Aidar y
venían arrasando todo lo que encontraban. Pasando ligeramente al este de las
célebres Gur Gneifida, habían atravesado Afra, para luego subir por Kara y
alcanzar al poblado de Echedería, que los españoles habían abandonado. De ahí,
atravesaron Quesat, alcanzando Hauza y, desde ahí, a Uad Saguia. Una criminal
invasión, contra un pueblo indefenso, había comenzado, en el cuadrante
nororiental del territorio. 31/10/1975.
Contra todo pronóstico, no había ninguna
resistencia española a su invasión. Lógico. En Madrid, se estaba gestando todo
lo contrario de lo que, el pobre Jaime De Piniés, venía sosteniendo ante el
Consejo de Seguridad de NNUU.
02/11/1975. Un Jefe de Estado hablaba ante sus
generales que, guardándose los honores en cierta parte, tuvieron que aguantar
sus palabras aun sabiendo lo que estaba pasando en Echedería, Hauza, Tukat,
etc., etc., etc.
Y llega el 14/11/1975. Un crimen de lesa
humanidad. Tres regímenes se habían confabulado para hacer desaparecer, al
pueblo saharaui, de la faz de la tierra. Una satánica empresa, creada a los
solos efectos de borrarnos del mapa. El régimen de la transición española, el
régimen alauita en Marruecos y el régimen de Uld Daddah en Mauritania, habían
aunado sus esfuerzos para eliminarnos de un plumazo. No escatimaron esfuerzos
en el empeño
Pero hete aquí, que la voluntad de los pueblos
es indomable. Dijimos que no y, relamiendo nuestras heridas, hemos ganado la
partida.
Cuarenta y tres años después, aquella empresa
ha resultado todo un fiasco que hunde, en la miseria, a toda la diplomacia de
un país de peso en la UE y mantiene en jaque a un reino medieval del norte de
África.
No. No nos han borrado ni nos han eliminado.
Hoy, somos infinitamente mucho más fuertes que hace 43 tres.
Celebrar algo, claro que celebramos nuestra
victoria a ese triple eje. 43 años después de aquella infamia, seguimos
luchando, pero el fiasco de la empresa es un dato indubitado.
Si a mediados y finales de los setenta del
siglo pasado, combatíamos, a lomo de Land Rover, en las profundidades saháricas
de Mauritania o atacando más allá del mismísimo Atlas marroquí, hoy lo seguimos
haciendo en un frente de combate infinitamente mucho más grande.
Hoy nuestro frente de combate se extiende desde
Luxemburgo hasta Port Elizabeth, en Sudáfrica y, desde Nueva Zelanda, hasta el
Canal de Panamá.
Hoy nuestra fuerza es tal que, incluso, las
decisiones solemnemente adoptadas, en sede soberana, por 750 eurodiputados, las
pulverizamos, hundiéndolos aún más si cabe en la miseria moral y política, salvedad
hecha de algunos pocos eurodiputados que no se dejan engañar.
Y armados, únicamente, con la indestructible
superioridad moral y ética de los valores por los que luchamos, hemos
demostrado, 43 años después de aquella infamia, que seguimos existiendo y que,
incluso, somos mucho más fuertes que antes.