Especial del Dr. Jorge Alejandro Suárez para ASOVESSA
Por
el Dr. Jorge Alejandro Suárez Saponaro
Autor:
Sahara Occidental. El conflicto olvidado.
Editorial EUDE, Buenos Aires.
Especial
para ASOVESSA
En
la primera parte de este trabajo, hablamos desde los orígenes del Ejército
saharaui hasta la derrota de Mauritania en 1979. En esta parte nos centraremos
en la guerra librada contra Marruecos, donde los saharauis llevaron la guerra
de guerrillas en el desierto a su nivel más elevado. Hablaremos no solo de los
hechos militares más relevantes, tocaremos temas como estrategia y táctica
aplicada por los bandos contendientes.
Algunos
conceptos y principios del nivel operacional aplicados por el Ejército saharaui
En su momento cuando escribíamos nuestra
obra, Sahara Occidental El conflicto
olvidado, nos topamos que la guerra de liberación, poco estudiada por los
historiadores militares, tiene aspectos
más que interesantes, y pone en evidencia que la conducción política – militar
de la República Saharaui,
tuvo talento estratégico. Fueron aplicados conceptos que han escritos célebres
autores militares y expertos en estrategia.
Es por ello que utilizando un lenguaje “amigable” al lector, ponemos de
relieve algunos aspectos, que permitió que la nación saharaui sobreviviera a la
dura prueba de tener que enfrentar una guerra de dieciséis años, librando
combates en dos frentes con adversarios diez veces superiores en número y con
abundantes recursos materiales, además del apoyo de importantes actores. Los
saharauis superaron dichos obstáculos, porque realmente tuvieron “estrategia”
clara.
Los éxitos que lograron los saharauis
durante la guerra de Liberación, fueron consecuencia de la aplicación correcta
de una serie de conceptos. La conducción
nacional saharaui fijó una serie de objetivos, con sus recursos y medios
adecuados. En todo momento, el liderazgo saharaui, sabía muy bien que por su
peso demográfico, recursos, no podría desalojar a los ocupantes, sino que debía
generar un desgaste, que los obligara a sentarse a una mesa de negociaciones
que permitiera un estado saharaui independiente y viable.
En el caso de la guerra con Mauritania,
el alto mando militar saharaui, al recibir los objetivos estratégicos fijados
por la conducción política, puso en marcha la Maniobra Operacional,
con sus esfuerzos principales y secundarios. Estos esfuerzos se descomponen en
“Operaciones” que son combinaciones de acciones tácticas para el logro de un
objetivo operativo. Las distintas
acciones que se tomaron para cumplir con el objetivo de sacar a Mauritania de
la guerra, se caracterizaron por una correcta selección de objetivos y
asignación de medios. La experiencia lograda sería aplicada en la guerra con
Marruecos, muy particularmente durante la llamada “Ofensiva Huari Bumediane”.
Los saharauis, no buscaban la
destrucción física del adversario, sino su desmoralización, aplicando sin
saberlo, una de las máximas del estratega Liddell Hart “Un estratega (Comandante de Teatro) debe pensar en términos de
paralización, no de matanzas. Hasta el plano más inferior de la guerra, un
hombre muerto es simplemente un hombre menos, mientras que un hombre
desmoralizado es un portador de miedo
altamente infeccioso, capaz de esparcir una epidemia de pánico.” La desmoralización llevó a un golpe de Estado
a Mauritania, el cambio de gobierno que terminó en negociaciones de paz. En el
caso de Marruecos, terminó en verdaderos desastres con cuantiosas pérdidas
materiales y humanas. Incluso material bélico era abandonado intacto, que luego
era aprovechado por el ejército saharaui.
La victoria saharaui sobre Mauritania,
puso de manifiesto que el Ejército saharaui aplicara el llamado “principio
militar fundamental” que tiene las
siguientes características:
- Dirigirse hacia objetivos materiales correctamente
seleccionados;
- Partir de posiciones favorables;
- Contar con una apropiada distribución del poder
combativo;
- Tener una adecuada libertad de acción;
En lo referente al primer punto, vale la
pena destacar lo señalado en la obra argentina Estrategia Operacional (Instituto de Publicaciones Navales, Buenos
Aires, 1995) nos dice que la correcta selección de objetivos se pone
de manifiesto en una juiciosa cadena de objetivos, que partiendo del objetivo
estratégico militar establecido por el más alto nivel de la conducción, el
gobierno se transforma en los objetivos estratégicos operacionales que son
impuestos al Comandante del Teatro, quien a su vez los convierte en objetivos
operativos y tácticos a ser cumplidos en los niveles a él subordinados. En el caso saharaui, la estrategia nacional y
los objetivos alcanzar, eran debatidos por el Congreso del Frente Polisario,
luego traducido en las correspondiente directiva estratégica a través del
gobierno saharaui y que en el plano militar, el rol del Comando de Teatro, era
llevado a cabo por el ministerio de defensa. Como dijimos en la
Parte I de este trabajo, la fluidez entre
los diversos niveles de la conducción era notable. Esto le daba un alto grado
de flexibilidad en las respuestas, ante diversas circunstancias.
Las posiciones relativas, estaban
garantizadas por una realidad política, dado que las principales bases estaban
en Argelia y en menor medida en Mauritania. Estas posiciones están vinculadas a
las vulnerabilidades del enemigo, a la movilidad de las fuerzas propias y a la
sorpresa. En este sentido, los
saharauis, explotadas hábilmente las posiciones relativas a lo largo de la
guerra de liberación. Los muros marroquíes, destinados a contrarrestar esta
ventaja, fueron superados, dado que el alto mando saharaui adaptó las
posiciones relativas a la nueva realidad del teatro de operaciones.
La distribución del poder combativo, es
la distribución de la masa, asignando a cada esfuerzo los medios adecuados,
necesarios y suficientes para el cumplimiento de la tarea asignada/objetivo
estratégico operacional. Los saharauis, también tuvieron talento para poder
distribuir su poder combativo acorde a los objetivos fijados. Esto lo observamos con el despliegue de medios
de combate en las regiones militares.
Finalmente la libertad de acción, es la
discrecionalidad que tiene un comandante operacional, para diseñar su maniobra
y también la otorga a sus comandos subordinados. En el caso saharaui, los comandantes tácticos
el ejército de liberación, tuvieron una elevada libertad de acción, por una
serie de factores, que incluyeron saber explotar hábilmente el conocimiento del
terreno y la adaptación del soldado saharaui a las penalidades de la guerra en
el desierto. En toda circunstancia que
la conducción militar saharaui, tenía certeza que gozaría de un mínimo de
libertad, explotaban este factor al máximo.
El
frente marroquí (1976-1979)
Las tropas del Ejército saharaui
luchaban contra fuerzas marroquíes desde fines de 1975, que pasó de una serie
de escaramuzas en la frontera norte, a combates de mayor magnitud, durante la Marcha Verde, donde tropas
marroquíes invadieron el sector Este de la Saguia el Hamra, encontrándose que los fuertes
abandonados, en verdad estaban ocupados por el Frente Polisario. Este desarrolló actividades de guerra de
guerrilla que se extendió a El Aaiún, donde infructuosamente intentaron
organizar una resistencia al ocupante, frustrada por una represión
indiscriminada.
En la invasión marroquí, fuerzas
saharauis concentraron su esfuerzo en
operaciones de guerra de guerrilla con alcance limitado, brindar seguridad a
las columnas de refugiados y mantener el factor sorpresa en sus acciones. (Sahara Occidental. El conflicto olvidado,
Editorial EUDE, pág. 81). La oportuna ayuda libia y argelina, permitió a las
unidades saharauis de operar con misiles antiaéreos (AA) SA 8, que tuvieron un
efecto devastador para la fuerza aérea marroquí, que no contaba con
contramedidas adecuadas. A pesar de mantener una táctica de contención de
Marruecos, consistente en acciones de guerrilla con alcance limitado, no
impidió que ejecutaran acciones osadas como atacar la cinta transportadora de
fosfatos de Bu Craa. El accionar de la insurgencia, obligó a los marroquíes a
replegarse a los centros urbanos. El ejército saharaui buscará aislar dichas
poblaciones y mantener cierta presión a través de acciones de minado,
emboscadas e interrupción de las comunicaciones. Patrullas formadas por jeeps Land Rover,
desplazándose de noche, atacaban desde distintos puntos prefijados, que
aprovechando el factor sorpresa, desencadenaban un violento ataque apoyados por
ametralladoras y morteros, aplicando el concepto de “concentrar el fuego en el
punto más débil” para luego esfumarse en el desierto. Las persecuciones
llevadas a cabo por fuerzas blindadas marroquíes, eran generalmente emboscadas,
ocasionando pérdidas importantes.
La audacia de los saharauis, los llevó
incluso atacar con morteros los alrededores de El Aaún, y continuar con una
táctica bien aceitada de emboscadas y golpes de mano. La imposibilidad de dar
una respuesta adecuada, llevó a las fuerzas marroquíes, atrincherarse,
constituyendo puntos fuertes abastecidos por aire, que resultó una táctica
errada, dado que los soldados pasaban largas horas esperando un ataque que a
veces no ocurría, con el consiguiente desgaste físico y psicológico. Recordemos que el grueso de los reclutas
marroquíes, eran de las zonas montañosas.
En 1979, Marruecos ocupó el sector
mauritano del antiguo Sahara Español, invocando una serie de disparates
jurídicos, reforzando la guarnición de 1.500 efectivos que ya existía para
apoyar a su ex aliado mauritano, con 6.000 soldados adicionales que habían
estado destinados a proteger el ferrocarril minero mauritano. La extensión de la ocupación marroquí del
llamado Río de Oro, desde el punto de vista militar implicaba una ampliación
del frente y por ende del espacio a controlar. Las fuerzas militares marroquíes
sumaban ahora 120.000 efectivos, diez veces mayores que los saharauis, que
gracias a la generosa ayuda francesa, contaban con armamento moderno, tanto
terrestre como aéreo.
El Ejército saharaui, fue evolucionando
como una potente fuerza mecanizada, con tácticas perfeccionadas de guerra en el
desierto, y dotado de armamento moderno. Ahora las fuerzas saharauis contaban
con nuevos misiles antitanque y antiaéreos, vehículos de combate de infantería
BMP 1, lo que potenció su movilidad y protección en el campo de batalla. Las fuerzas móviles del Ejército saharaui
formaron una suerte de fuerzas de reacción rápida, con gran poder de fuego,
listas para golpear de manera contundente los objetivos del enemigo. No obstante ello, las fuerzas saharauis no
estaban en capacidad de ocupar territorio, dado que carecía de efectivos
suficientes para llevarlo a cabo. El alto mando saharaui aplicaría una “receta”
similar a Mauritania. Llevar una guerra de desgaste para obligar a Marruecos a
sentarse a la mesa de negociaciones.
El
frente marroquí 1979-1980: Ofensiva Huari Bumediane
El IV Congreso del Polisario fijó una
estrategia nacional, que traducido en el plano militar tenía como objetivo estratégico
la destrucción de los principales medios militares y económicos marroquíes, y
de esta manera desmoralizar al enemigo. Así nació la Ofensiva
Huari Bumediane, que
consistió concentrar el poder de combate del ejército saharaui en una serie de
acciones tácticas contra El Aaiún,
Smara, Bu Craa, Cabo Bojador, y el sur de Marruecos, en la zona de Villa Bens. Las fuerzas saharauis reunieron 5.000
efectivos, distribuyendo su poder de combate en potentes columnas.
Las fuerzas marroquíes, en vez de
explotar su superioridad numérica, anticiparse a los ataques del Ejército
saharaui y dar las respuestas correspondientes, optaron por mantener una
postura netamente defensiva, defendiendo los principales centros urbanos,
líneas de comunicación, y las minas de fosfato. Los reclutas, nativos de zonas
montañosas, no estaban adaptados al duro clima desértico, que tiene
temperaturas que oscilan los 50
C. Tropas desmoralizadas y afectadas por el clima, no
estaban aptas para hacer frente a las ágiles columnas saharauis. A ello se
sumaba un sistema de comando rígido, donde los niveles de conducción militar
carecían del grado de flexibilidad para responder a un enemigo sumamente audaz.
Las fuerzas marroquíes no contaban con una doctrina conjunta adecuada, que se
traducía en serios problemas de coordinación entre fuerzas terrestres y aéreas.
Existía una confusión de niveles de la
conducción, era frecuente que desde el más alto nivel (estratégico) se dieran
órdenes directas a unidades tácticas, por ende se violaba uno de los principios
fundamentales militares que hemos señalado al principio de este trabajo, no se
seleccionaban los objetivos de manera adecuada.
Las fuerzas marroquíes no tenían
libertad de acción, dado que sus columnas de abastecimiento, siempre eran
objeto de ataques de fuerzas saharauis, con sus consecuencias para la cadena de
guarniciones dispersas en territorio ocupado.
El 18 de enero de 1979, las fuerzas
saharauis se lanzaron sobre la localidad marroquí de Tan Tan, donde fueron
destruidas importantes instalaciones militares, fueron liberados un centenar de
prisioneros saharauis. Durante varias horas la ciudad fue ocupada,
circunstancia que no pudo ser negada por el gobierno de Rabat. La opinión
pública marroquí tomó conciencia de la gravedad de la situación en el
Sahara. Entre los meses de marzo y
abril, las fuerzas saharauis atacaron Smara, Edcheiria, Amgala, y recuperaron
Tifariti. Estas acciones les permitieron cortar las comunicaciones entre el
norte y el sur del Sahara, desarticular el apoyo logístico de las fuerzas
marroquíes. En los primeros días de
abril (8-12) una potente columna marroquí que salía de su base de Tan Tan, fue
atacada, terminando en un combate que duró cuatro días. En los primeros días de
junio, otra columna que salía de Cabo Juby fue atacada. Esto obligó a Rabat a
recurrir al transporte marítimo para sostener sus guarniciones. El 14 de junio, la ciudad de Assa, a 200 km de Agadir, en pleno territorio
marroquí, fue atacada por el ejército saharaui.
Durante semanas las fuerzas saharauis operaron en el sur de Marruecos, y
el 24 de agosto de 1979, destruyeron la unidad más potente del ejército real, la
III División Blindada. Más de setenta militares marroquíes fueron
juzgados por su comportamiento negligente.
Entre el 5-6 de octubre una fuerza de
5.000 saharauis atacó la guarnición marroquí de Smara, que contaba con 6.000
efectivos. Una vez más, una buena
inteligencia táctica y el factor sorpresa jugaron a favor de los saharauis.
Fueron liberados 700 prisioneros. El accionar de aviones Mirage F 1, obligaron
a las columnas saharauis a replegarse hacia sus bases. En esta retirada
generaron serias pérdidas a las guarniciones marroquíes de Mahbés.
Durante la Ofensiva Huari Bumediane, se desarrollaron dos
importantes batallas, en Bir N`zarán (agosto de 1979), los marroquíes sufrieron
400 muertos y 175 prisioneros; y la
Leubirat, también en el citado año, Marruecos perdió 650
efectivos, 45 tanques, 57 blindados, 1125 vehículos, 495 piezas de artillería,
cientos de toneladas de munición. Verdaderos desastres militares para Rabat,
donde se pusieron de manifiesto la capacidad de llevar a cabo operaciones
convencionales por parte del ejército saharaui, gracias a una buena organización y calidad en
el liderazgo.
La presión no cesó en ningún momento,
explotando la debilidad del enemigo, los saharauis siguieron atacando el sur de
Marruecos, acercándose cada vez más a la importante ciudad de Agadir. Atacando
a la ciudad de Akka a 180 km.
La toma del oasis de M´Hamid el 9 de octubre, tuvo su repercusión en el plano
psicológico. Dado que en dicho lugar el rey Mohamed V en 1958, proclamó la idea
del Gran Marruecos. Los ataques a las
columnas logísticas no cesaron y se desarrollaron en la zona del valle del río
Draa. En esta etapa de la guerra se
observa una serie de falencias en las fuerzas marroquíes, especialmente en
materia de inteligencia, al no poder anticiparse a los ataques o intenciones
del enemigo, falta de iniciativa y una moral baja. El fantasma de la derrota
era algo palpable. Como decía el capitán británico, Liddell Hart,
uno de los más importantes pensadores militares del siglo XX, que el fin de la guerra no es la batalla sino la
derrota del adversario…y que la victoria no se obtiene con la destrucción
física del enemigo, sino por su desmoralización. Los saharauis habían adoptado la estrategia
adecuada, mientras que sus enemigos aún no comprendían el tipo de guerra que
debían enfrentar.
Las operaciones ejecutadas por los
saharauis en el sur de Marruecos, podría calificarse como una maniobra de
“aproximación indirecta” que Liddell Hart define como “El real propósito de la aproximación indirecta es buscar el disloque en
la mente y en el dispositivo del oponente”. El llevar la guerra al sur de Marruecos,
significó movilizar parte de la opinión de los saharauis que vivían en dicha
zona a favor de la causa del Polisario. Esto quedó demostrado por signos de
colaboración en localidades pobladas por saharauis con las guerrillas. Asimismo
obligó por otra parte a que el gobierno marroquí reconociera el problema
públicamente, ya no se podría hablar de “mercenarios” y “contrabandistas”, sino
que la guerra con la República Saharaui,
que la censura ya no podía ocultar. En
el plano militar obligó al alto mando militar a replantear el despliegue de sus
medios de combate, las tácticas y la organización.
La conducción política marroquí era
conciente que para terminar con las fuerzas saharauis, era preciso, atacar las
bases ubicadas en Argelia, algo políticamente inaceptable, pero también
militarmente complejo, dado que las fuerzas saharauis, actuaban con amplia
libertad, golpeando con fuerza las columnas marroquíes. Por ende había que
buscar una solución que no derivara en una guerra abierta con su poderoso
vecino. La respuesta en el plano militar
fue la conformación de columnas móviles, el redespliegue de unidades a
posiciones defendibles y sostenibles en el plano logístico, además de organizar
un despliegue que limitara o impidiera, el acceso de las columnas saharauis al
sur del Marruecos. La primera de unos 6.000 efectivos y 1.500 vehiculos llegó
sin novedad al Sahara en septiembre de 1979.
La otra columna de 7.000 efectivos partió en enero de 1980, desde Benguerir,
no tuvo la suerte de la primera. Su objetivo era evacuar población civil
favorable al Frente Polisario (el sur de Marruecos es población saharaui y
fueron incluidos en la frontera marroquí por la cesión del territorio de Cabo
Juby en 1958 cuando fue disuelto el protectorado español de Marruecos). Los
objetivos fijados de llegar a la frontera argelina y evacuar la población de
Saac, recién se cumplieron en mayo, luego de duros combates que obligaron a las
fuerzas marroquíes a replegarse por un tiempo en la ciudad de Assa. En agosto de 1980, una nueva columna salió de
Tan Tan, y sufrió serias pérdidas frente al accionar saharaui. Este sistema fue un fracaso total, dado que
los objetivos de desalojar las guerrillas saharauis, ni destruir la capacidad
militar de la República Saharaui.
El alto mando marroquí era incapaz de dar una respuesta adecuada a un enemigo
decidido y audaz.
Los muros defensivos. Marruecos renuncia
al principio militar de “libertad de acción”
El alto mando marroquí ante la incapacidad
de ejercer un control efectivo sobre el territorio ocupado, agregándose el
fracaso de las columnas móviles para dar una respuesta contundente a las
fuerzas saharauis, decidió apostar por la costosa defensa estática,
construyendo muros de arena y piedra, para limitar los movimientos de las
ágiles unidades móviles saharauis. Dice
el coronel español Fuente Cobo, que escribió sobre la guerra del Sahara Resulta
difícil comprender las razones que llevaron a Marruecos a adoptar este tipo de
estrategia tan costosa. La historia demuestra que las concepciones
estratégicas basadas en defensas estáticas, resultan normalmente inadecuadas y
sus resultado no suelen corresponderse con el enorme coste económico, militar y
humano que supone el levantarlas y el mantenerlas operativas. Ni la muralla
china, ni la de Adriano en la antigüedad, o las líneas Maginot y Sigfrido en
los tiempos modernos, han sido capaces de impedir la penetración de atacantes
decididos que siempre han encontrado la forma más conveniente de superarlas.
Tampoco los muros del Sahara iban a resultar una excepción a esta regla
histórica. Su adopción supuso la renuncia automática por parte marroquí de uno
de los principios clásicos del arte de la guerra como es la libertad de acción,
que se entregó gratuitamente para su beneficio, al enemigo. La iniciativa, la
sorpresa, la audacia, elementos fundamentales para alcanzar una victoria
definitiva, permanecerán en el futuro en manos del polisario que los
administrará eficazmente en función de logro de sus propios objetivos políticos
y militares (Fuente Cobo – Mariño
Menéndez, El Conflicto del Sahara
Occidental. Ministerio de Defensa, Madrid, España. 2005).
En agosto de 1980 comienza la
construcción del primer muro defensivo, el objetivo era la protección del
llamado “Triángulo Útil” donde se encontraban las minas de fosfatos de Bu Craa,
y poder proteger el sur del país de los ataques saharauis. La construcción de
los muros demandaba el empleo de muchos soldados, la construcción de una
segunda etapa de los muros defensivos, que tenía como objetivo ir avanzando
sobre las zonas controladas por Rabat al sur del Triángulo Útil y dar un golpe
psicológico y político, envolver la localidad de Hausa, donde la RASD emitía sus comunicados y
emisiones radiales. Asimismo se buscaba
obligar a las fuerzas saharauis a utilizar bases mauritanas para lanzar ataques
sobre las guarniciones marroquíes en el Sahara, con sus posibles consecuencias
políticas. La construcción se desarrolló
a lo largo de los años 80, no exenta de incidentes, como el combate de Béchar,
en territorio argelino, donde Marruecos tomó nota de las reacciones de su
vecino en caso de volver a incursionar en su territorio. La presencia de tropas marroquíes en la frontera
común, y la posibilidad de que llevaran a cabo “persecuciones en caliente” en
territorio argelino, motivó un desplazamiento importante de tropas argelinas a
la zona de Tinduf.
No aburriremos al lector con las
distintas etapas de construcción de los muros, que no estuvieron exentas de
acciones militares saharauis. Esta obra Consistían
básicamente en la excavación de una zanja, cuya tierra servía después para
construir un terraplén de 2 a
3 metros
de altura, protegido por campos de minas y alambradas, con puntos de apoyo
guarnecidos cada pocos kilómetros. La Artillería se situaba a retaguardia, así como
núcleos de reserva para acudir a los puntos atacados. Todo ello se completaba
con radares para la detección de vehículos enemigos (Fuente Cobo). La
construcción de los muros y la presión saharaui, significó el incremento de las
fuerzas armadas que para fines de los 80, de 60.000 efectivos que tenía el
ejército, pasó a 170.000. Una sangría económica para un país subdesarrollado y
pobre como Marruecos, no podría soportar por muchos años más.
La complejidad de la construcción de los
muros, nos dice el profesor Carlos Ruiz Miguel, requirió la asistencia de
Estados Unidos – que utilizaron un sistema similar en Vietnam – además de
Israel y Francia. Tengamos en cuenta que
cuando fue construido el primer muro, llegó a la presidencia de Estados Unidos,
Ronald Reagan, quién revisó la política de Carter en relación a Marruecos y
rápidamente cambió de postura. La nueva
administración norteamericana, luego de una reunión sostenida con el rey Hassan
II, envió 100 asesores militares para entrenar a fuerzas especiales junto con
armamento moderno para reequipar las golpeadas fuerzas militares marroquíes:
(Sahara Occidental El Conflicto olvidado, op.cit.)
- avión
turbohélice OV-10 Bronco (empleado para operaciones COIN en América),
- 28 cazas
interceptores F-5E, con sistemas de contramedidas para hacer frente a los
misiles AA;
- misiles
antitanque Tow, entre otros materiales;
- tanques
M-48;
- blindados
de transporte de personal M-113; y
- bombas de
fragmentación,
Mientras Marruecos construía los muros,
los saharauis intentaban buscar aplicar nuevas tácticas, se llevaba a cabo una
peculiar guerra en aguas saharauis.
Fueron organizados comandos navales con lanchas zodiac artilladas y buzos tácticos que ejecutaban diversas
operaciones que tenia como objetivo hostigar el tráfico marítimo local y
disuadir a los pesqueros que operaran en aguas que pertenecían a la República Saharaui.
Algunas versiones hablan que incluso aviones marroquíes sufrieron daños por el
accionar de estos comandos navales que contaban con medios antiaéreos.
Los muros limitan los movimientos del
ejército saharaui, los lleva a batallas de tipo convencional, que las lleva a
cabo por medio de medios mecanizados y blindados. El ejército saharaui cuenta con
medios antiaéreos de mayor alcance, tanques T55 y T62, artillería de cohetes BM
21 y piezas remolcadas, dando forma a potentes agrupaciones móviles de gran
poder de fuego. En 1984, los acuerdos de
Uxdá entre Libia y Marruecos, sorprendió a muchos, y el cambiante coronel
Gadafi retira la ayuda militar, que tuvo sus consecuencias, a pesar del apoyo
argelino.
Quinto y Sexto Congreso del Frente
Polisario. Cambios en la estrategia militar. Ofensiva Gran Magreb
La estrategia nacional de la República Saharaui,
no era un debate de un grupo reducido de personas, sino que se llevaba a cabo –
y se sigue haciéndolo – en el seno de congresos. En el V Congreso, la república debía hacer frente a la nueva estrategia
militar marroquí, la ayuda directa de Estados Unidos y las maniobras de Rabat
para aislar a la República Saharaui
e impedir su ingreso a la
Organización de la Unidad Africana. Esto fue
logrado en 1984, que provocó la salida de Marruecos. En el plano militar, puso
en evidencia la necesidad de mejorar la calidad de formación de cuadros del
ejército saharaui, así nació la escuela de oficiales del ejército, y comenzó un
proceso de profesionalización, que preparó a las fuerzas saharauis para poder
llevar a cabo operaciones convencionales a mayor escala. La organización del ejército quedó en seis
regiones militares, con unos 10.000 efectivos. La 2ª región (Tifariti) como la
7ª, estaban reforzadas con medios mecanizados y blindados. Mientras que la 6ª
región, con base en Tinduf, agrupó las unidades de comando y logística. Una
rápida lectura nos permite inferir que las regiones militares operaban como
grandes unidades de combate, un nivel de conducción eminentemente táctico, el
menor espacio de responsabilidad posible, dotadas de un elevado grado de
autonomía operativa.
Los muros defensivos marroquíes,
impactan en la estrategia militar saharaui y sus objetivos, así nace la Ofensiva Gran Magreb que desencadenó una serie de
acciones militares, varias de ellas de elevada magnitud. En octubre de 1984 e
la zona de Saac, los saharauis lanzan una ofensiva con 2.000 efectivos, las
acciones armadas se extendieron en todo el país, llegando hasta el sur del
Sahara en el mes de septiembre. Esta
Ofensiva estuvo dividida en dos etapas diferenciadas, una que tenía como objetivo
mostrar que la tesis triunfalista de Hassan II era falsa e influir en los
países que pudieran apoyar el ingreso de la República Saharaui
en la Organización
de la Unidad Africana,
mostrando la voluntad real de lucha del pueblo saharaui.
En 1985 fue convocado el VI Congreso,
que ratificó la estrategia militar frente a los muros y pone de manifiesto la
necesidad de buscar una salida negociada. Es por ello que la presión militar se
orienta a dicho objetivo, mientras que Marruecos buscaba teóricamente la
destrucción de las fuerzas saharauis.
Para 1986, la protección de los muros demandaba la presencia de 130.000
efectivos terrestres, con un elevado costo diario de sostenimiento. Las
monarquías conservadoras del Golfo financiarán la aventura marroquí y las
mejoras en las fuerzas armadas serán gracias a los asesores de Estados Unidos,
Francia e Israel. Del lado saharaui se habló de asesoramiento cubano y hasta
norcoreano, mas allá de ello, los saharauis no contaban con el generoso
financiamiento que tenia Marruecos y sus limitaciones demográficas impedían
reclutar mayores efectivos.
El 25 de febrero de 1987, en la zona de
El Farsia, los marroquíes sufrieron una severa derrota en manos de una
agrupación de combate mecanizada, formada por dos batallones mecanizados y otro
de tanques. Explotando hábilmente el factor sorpresa. La 7ª Brigada Mecanizada
de Intervención marroquí, fue movilizada al sector amenazado, siendo
sorprendida y destruida. El desastre fue de tal magnitud que el propio rey
Hassan II convocó al general Bennani, comandante de la zona sur del Sahara,
para que realizara un informe completo. Los mandos militares marroquíes
argumentaron que había falencias en materia de misiles antitanque, inteligencia
táctica y debilidad en el uso de destacamentos blindados de intervención, por
cambios en el despliegue, por la construcción de los muros. En julio del mismo ano en el sector de
Tichla, los marroquíes fueron arrollados por una agrupación mecanizada, que
movilizó más de un centenar de vehículos, sorprendiendo a los marroquíes por
las capacidades logísticas del ejército saharaui para desplazar semejante
magnitud de vehículos. En los distintos
incidentes como Um Draiga y Ausserd, puso en evidencia que los saharauis
explotaron hábilmente la debilidad del enemigo. Meses más tarde, a pesar que
las pérdidas saharauis estaban siendo más elevadas, los mandos tácticos todavía
conservaban la habilidad de emboscar las fuerzas de intervención rápida
marroquíes.
Los marroquíes eran fuertes en el norte,
no en vano Tifariti era sede del comando militar territorial más potente del
ejército saharaui. Dado que los muros defensivos en el sur, eran más débiles,
los saharauis mantuvieron la presión en dicho sector, dando duros golpes.
Sabían que en dicho sector, donde escaseaba el agua, las guarniciones que
protegían al muro eran vulnerables, al depender de columnas que siempre estaban
expuestas a un ataque.
En 1988 en un ataque al sector de Umm
Dreiga, se observaron nuevas falencias en el dispositivo marroquí. Los serios
problemas de coordinación y de respuesta, tuvieron su precio. La llegada de la
fuerza aérea marroquí, tardía se debió a los serios problemas que había de
conducción de operaciones conjuntas. Los
errores eran gruesos, especialmente con las demoras en las comunicaciones,
problemas de inteligencia táctica, que no previeron un ataque saharaui. Fuente Cobos nos dice Todos estos errores venían a demostrar, una vez más, la escasa
preparación militar y de motivación de las guarniciones que defendían el muro y
la falta de coordinación entre los distintos elementos de la defensa encargados
de rechazar los ataques y de destruir las fuerzas polisarias que los
ocasionaban. En septiembre de 1988,
otro ataque, puso de manifiesto que las falencias continuaban. El parte del
estado mayor general del ejército marroquí, reconoció por primera vez, mayores
pérdidas que las saharauis. Los combates
continuaron, pero la escala de las unidades pasó a ser compañía, y no de
agrupaciones de 2.000 efectivos. Estas
subunidades golpeaban a los destacamentos ubicados a lo largo de los muros.
Más de una década de guerra, puso de
manifiesto la necesidad de llegar a una solución negociada, dado que las
fuerzas marroquíes, a pesar de su superioridad material y numérica, no podían
terminar con la presión saharaui. Para garantizar la seguridad de centros
urbanos y vías de comunicación, debieron construir muros y atrincherar allí a
miles de soldados.
La República Saharaui, había sufrido
pérdidas ya insostenibles, desde el punto de vista demográfico, su aliado y
sostén, Argelia, atravesaba una dura crisis económica. El desgaste de su
ejército era notorio. Tengamos en cuenta que el ejército saharaui, es un
“ejército ciudadano” donde casi todos los hombres en edad militar eran
movilizados. En todos estos años de lucha, se habían perdido valiosos cuadros,
difíciles de reemplazar. En 1989 son
lanzadas las últimas ofensivas a los muros.
El 7 de octubre en el sector de Guelta Zemmur, una agrupación
mecanizada, sin apoyo de tanques, fue lanzada, con graves pérdidas para ambos
bandos. La persecución realizada por la fuerza aérea marroquí de dichas fuerzas
saharauis, ocasionó serios daños. Un nuevo ataque, fue lanzado en el sector de
Hausa, con serias pérdidas para los saharauis.
Problemas seguramente de comando y control de fuerzas ubicadas en puntos
distantes como Tifariti y Mijek, fueron las causas de la derrota en el combate de Hausa. La
aviación marroquí, mejor preparada pudo asestar duros golpes a las fuerzas en
su repliegue, no obstante ello, las guarniciones desplegadas en los muros,
carecían de la preparación adecuada para hacer frente a los ataques por
sorpresa.
En noviembre hubo otro ataque con
fuerzas de nivel de batallón al sector de Amgala, con serias pérdidas para
ambos bandos, y luego en dicha localidad como Guelta Zemmur. Esta vez los
marroquíes estaban alertados y rechazaron el ataque infringiendo serias
pérdidas a los saharauis. Los ataques
cesaron, y las fuerzas saharauis
precisaban recuperarse. Marruecos sufría problemas sociales muy graves, y
precisaba salir de la guerra. No obstante ello y con la finalidad de estar en
mejor posición en las negociaciones, y con la idea de mantener presencia en
áreas ubicadas fuera de los muros, lanzó un ataque en cuatro direcciones:
Mahbes - Bir-Lehlu, Um Dreiga – Mijeck; Smara – Tifariti; y Ausserd - Agüerit. Las fuerzas saharauis
opusieron una resistencia moderada y optaron por replegarse a bases seguras.
El 29 de abril de 1991, el Consejo de
Seguridad de las Naciones Unidas daba luz verde para la puesta en marcha de la Misión de las Naciones
Unidas para el Referéndum del Sahara Occidental, dando inicio a una nueva etapa
de la historia saharaui.
Final.
Más de un observador consideró que las
fuerzas saharauis, buscaban una victoria militar, y que al no poder alcanzarla,
se decantaron por la solución política, incluso observan que en el plano
militar, hubo una victoria marroquí – pirrica – pero victoria al fin, al
controlar la mayor parte del territorio disputado. Una lectura simplista, que impide comprender
el tipo de guerra que libraron los saharauis y que la victoria no es el
concepto clásico de tomar o perder territorios, sino otro, de carácter político.
La conducción política de la República saharaui era
plenamente conciente de la superioridad de sus enemigos, y por ende la
lucha tenía como objetivo, desgastar al
oponente, en lo moral y afectar así sus decisiones para llevarlo a la mesa de
negociaciones, y buscar una paz viable.
Lo observamos con Mauritania, donde en el acuerdo de paz, no hubo un
reconocimiento expreso de la República
Saharaui, sino del Frente Polisario como movimiento de
liberación. Años después, en 1984, dicho pais reconocería a la República Saharaui. La estrategia aplicada al caso mauritano, no
buscó la destrucción física del adversario, sino desmoralizar su frente
interno, en una primera instancia a través de un golpe estratégico. A fallar este, los saharaauis revisaron su
estrategia, y apostaron atacar el cimiento del esfuerzo de guerra mauritano, la
minería de hierro, provocando una escalada y un nivel de dependencia de Francia
y Marruecos, que afectó a su frente interno. Las consecuencias la caída del
régimen de Uld Daddah y luego la salida de la guerra.
La experiencia adquirida, fue aplicada
al frente marroquí, donde los saharauis, buscaron desmoralizar a su oponente a
través de acciones puntuales. La Ofensiva Huari Bumediane, llevó la guerra al sur de
Marruecos, que llevó a que la opinión pública marroquí conociera en boca de
altos funcionarios y del propio rey Hassan II, que la guerra del Sahara, no era
un simple paseo militar. Las muestras de
desmoralización quedaron presentes en diversas acciones armadas, donde
importante material militar fue abandonado, luego de una limitada resistencia.
Diversos autores, indican que los
saharauis a fines de los 70 y principios de los 80, disfrutaban de ventajas
militares, al contar con modernos sistemas de artillería, defensa antitanque, y
blindados. En cierto punto es asi, pero los marroquíes contaban con fuerza aérea,
incluso tanques T55 como los saharauis, pero en mayor número, además de una
abrumadora ventaja numérica y material. El sistema político imperante en
Marruecos, impedía la existencia de una conducción conjunta de las Fuerzas
Armadas. y esto afectaba las operaciones militares. A diferencia de los
saharauis, que contaban con un conducción militar que tenía la plena confianza
del liderazgo político, estrategias claras, objetivos y recursos adecuados para
el cumplimientos de los fines propuestos. Los problemas para ejecutar
operaciones conjuntas, falencias en materia de inteligencia y la incapacidad
para contrarrestar el tipo de guerra que practicaban los saharauis, llevo a la
idea de poner en práctica una estrategia defensiva. Así nacieron los muros defensivos, que
gracias al cambio político en Estados Unidos, vino una importante ayuda, que
permitió llevar a cabo la construcción de dichos muros, y poner en práctica
nuevas tácticas contrainsurgencia (en este contexto se desarrollaba en
territorios ocupados una represión indiscriminada, un verdadero régimen de
terror). La influencia de Estados
Unidos, observamos la creación de un comando conjunto para el teatro de
operaciones del Sahara. Hasta ese entonces las órdenes eran emitidas
directamente desde Rabat a unidades tipo Gran Unidad de Combate
(Divisón/Brigada).
Las fuerzas saharauis nunca superaron el
equivalente de una división ligera, o sea unos 10.000 efectivos, insuficientes
para librar una batalla decisiva y menos para ocupar territorio, solo
temporalmente en acciones determinadas.
Es por ello que como venimos diciendo, los constantes ataques contra
objetivos marroquíes, dentro y fuera del Sahara, tenían como objetivo,
debilitar la voluntad del oponente y llevarlo a un escenario de negociación. La
conducción saharaui era sabedora del contexto político y geopolítico, en el
cual vivían. Estas limitaciones de
efectivos, propios de una realidad demográfica de los campos de refugiados,
impidieron que se montaran acciones que impidieran la construcción de muros
defensivos. Las acciones de hostigamientos, provocaron una movilización a gran
escala de personal militar marroquí, generando una sangría económica, a tal
punto que el gasto de defensa de Marruecos alcanzó el 40% del PBI. Estaba
siguiendo los pasos de su ex socio mauritano, de que los gastos de guerra lo
llevarían al borde del abismo. Los créditos de las monarquías conservadoras del
Golfo, opuestas a cualquier régimen republicano, secular y nacionalista en el
mundo árabe, evitaron que Rabat quedara arruinado por la guerra y que dicha
situación provocara su salida, con serias consecuencias políticas.
Los muros significaron cambios en la
estrategia saharaui, los llevó a cambios tales como la creación de escuelas de
cuadros militares, a ejecutar operaciones convencionales al nivel de gran
unidad de combate, y explotar con habilidad las vulnerabilidades del
adversario. Pero la abrumadora superioridad material y numérica marroquí, tuvo
sus consecuencias, agregándose el hecho que los saharauis no contaban con poder
aéreo propio para disputar el control del espacio aéreo, con sus consecuencias
tácticas. Mientras que el principal sostén en materia militar saharaui, caía en
una profunda crisis y por ende la ayuda se limitó severamente, Marruecos
continuó recibiendo copiosa ayuda militar, no obstante ello, era incapaz de
terminar con las incursiones saharauis.
En las etapas finales de la guerra, los
saharauis, logran su cometido, en un contexto de fin de la Guerra Fría, donde Marruecos
reconoce a sentarse en la mesa de negociaciones y buscar un cese del fuego,
dado que el costo de la guerra estaba siendo mella en su economía y frente
interno. Hassan II, buscaba con ello ganar tiempo y recuperar fuerza, pero
desde el punto de vista político, su beligerancia sería considerada
inaceptable. Prueba de ello fue el ataque las zonas liberadas en 1991, donde
destruyeron las localidades de Tifariti y Bir Lehlú, y donde los saharauis, no
ofrecieron resistencia importante, sino más bien crearon un “vacío” perdiendo
empuje el ataque al encontrarse sin objetivos militares que atacar. El cese del
fuego se impuso y entró en vigor el Plan de Paz. El objetivo estratégico nacional saharaui se
había cumplido: lograr sentar a la mesa de negociaciones a Marruecos, el cese
del fuego y la convocatoria de un referéndum de autodeterminación. Un nuevo contexto político y geopolítico,
impedirán que el Plan de Arreglo de 1991 se llevara a cabo. A pesar de ello,
los saharauis retuvieron 90.000 km2 del territorio disputado, por ende la República Saharaui,
tiene un territorio donde ejerce soberanía, tiene población permanente,
elementos que el derecho internacional considera indispensables para reconocer
la existencia de un Estado soberano. Los
saharauis sobrevivieron, lograron ser reconocidos como “parte” en el conflicto,
que el territorio del Sahara, es un área sometida a ocupación militar no
reconocida por ningún Estado en el mundo.
No cabe duda, que los objetivos de guerra fueron alcanzados y por ende,
los soldados
del destino, triunfaron.
No
gana la batalla o la guerra quien causa más bajas al enemigo sino quién consiga
desconcertarlo y quebrar su voluntad de lucha