El
Perú reconoció a la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) en 1984 durante
el gobierno de Fernando Belaunde. El primer embajador saharaui presentó sus
cartas credenciales en 1987.
En
1996, la Cancillería peruana, sin justificación alguna y por intervención del
entonces siniestro asesor Vladimiro Montesinos –que después buscó asilo en
Marruecos, tratando de evadirse de la justicia-, ”suspendió” las relaciones
diplomáticas. Vino el canciller saharaui y ni por cortesía fue recibido.
Se
espera que el presidente Ollanta Humala cumpla su ofrecimiento electoral –está
en su plan de gobierno-, de que el Perú restablezca las relaciones diplomáticas
con la RASD, siendo coherente con su tradicional postura anticolonialista y de
defensa del principio de autodeterminación de los pueblos. Los alegatos que se
esgrimían para posponer la decisión (aunque no creo que fueran principistamente
válidos): “Hay un juez marroquí en La Haya” o “Marruecos es miembro del Consejo
de Seguridad”, fueron superados: ya se cumplió el fallo y Marruecos ya no lo
integra.(...)sigue
La
RASD está situada en el norte de África y fue fundada el 27 de febrero de 1976.
Existe en un tercio del territorio del Sáhara Occidental, cuya mayor parte fue
invadida por Marruecos, en una acción ilegal condenada por la comunidad
internacional.
Este
territorio está considerado por las Naciones Unidas como “no autónomo” y
pendiente de descolonización. Un dictamen de la Corte Internacional de Justicia
de La Haya señala “la conclusión del Tribunal es que los materiales e
información presentados a él no establecen ningún vínculo de soberanía
territorial entre el territorio del Sáhara Occidental y el reino de Marruecos o
la entidad mauritana”, por tanto debe aplicarse el “principio de
autodeterminación…”.
En
ese tercio invadido por Marruecos –miles de saharauis huyeron de la matanza y
se asentaron en los campamentos de refugiados de Tinduf, en Argelia-, la ONU ha
dispuesto que se realice un referendo de autodeterminación, que es bloqueado
por los ocupantes, con el agravante que realiza frecuentes violaciones a los
derechos humanos contra la indefensa población saharaui. Obviamente Marruecos
se niega a que la ONU supervigile, a través de los Cascos Azules (Minurso) que
se encuentran en la región, los derechos humanos.
Que
una nación invada un territorio que no es el suyo, es una afrenta a la
civilización y un peligro para la paz. La mejor respuesta es la solidaridad con
el pueblo saharaui y reconocer a la RASD (más de 80 países lo han hecho),
establecer relaciones diplomáticas, apoyar en la ONU que la Minurso tenga
atribuciones de vigilar los derechos humanos y brindar ayuda humanitaria a los
campamentos de refugiados saharauis.
Ricardo Sánchez Serra
Colaborador
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