El Presidente de la República felicita a su homólogo ecuatoriano por el 213 aniversario de la independencia de su país SPS Bir Lehlu (República Saharaui), 10 de agosto de 2022 (SPS) – El Presidente de la República y Secretario General del Frente POLISARIO, Sr. Brahim Ghali, felicitó este miércoles a su homólogo ecuatoriano, Guillermo Laso Mendoza, con motivo del 213 aniversario del primer grito de independencia de la República del Ecuador, que coincidió con el 10 de agosto de 1809. En la carta de felicitación a su homólogo ecuatoriano, el Presidente de la República expresó “sus más sinceras felicitaciones, en nombre del pueblo y del gobierno de la República Saharaui, al hermano gobierno y pueblo del Ecuador, con motivo del 213 aniversario de la independencia”. “Este hecho histórico llevado a cabo por el valiente pueblo ecuatoriano, permitió sembrar las semillas de la liberación y emancipación en América Latina, así como el cumplimiento del sueño de indep
El conflicto del Sahara Occidental: ¿política o derecho?
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El conflicto del Sahara Occidental: ¿política o derecho?
El pasado 13 de noviembre Marruecos desplegó sus fuerzas armadas en
el paso de El Guerguerat para detener el bloqueo que la población civil
saharaui ejercía en la zona desde el 21 de octubre al tráfico de
mercancías y personas. Este acto supuso una ruptura del alto el fuego vigente en la zona desde 1991.
Las fuentes marroquíes, principalmente a través de su agencia
nacional de prensa, y muchos medios de comunicación, han minimizado la
transcendencia de este hecho y sobre todo, han atribuido esta decisión a
una estrategia del Frente Polisario para desbloquear el conflicto.
Sin embargo, esta lectura de la realidad ignora la gravedad de las actuaciones de Marruecos en una zona catalogada por el Acuerdo Militar nº1, firmado en 1997 entre ambas partes y la Misión de Naciones Unidas para el Referéndum del Sahara Occidental (MINURSO), como “zona de amortiguación”.
Una zona de amortiguación de cinco kilómetros
Según dicho acuerdo, en los 5 kilómetros que constituyen esta “zona
de amortiguación” está restringida la “entrada de personal de las
Fuerzas Armadas Reales (FAR) y las Fuerzas Militares del Frente
Polisario (FMFP).
En el momento de la firma del mencionado acuerdo, no existía ningún
paso a través de esta franja, y su apertura ni siquiera para actividades
civiles como el tráfico de mercancías o personas se contemplaba en
dicho acuerdo.
De hecho, fue la propia MINURSO la que denunció en 2001 la actividad
de Marruecos en la zona, y así se recogió en dos informes del secretario
general de dicho año: S/2001/398 y S/2001/613.
Tal y como refleja el Secretario general en ambos documentos, las
autoridades militares marroquíes informaron a la MINURSO de su intención
de «comenzar a construir una carretera asfaltada (…) a través de la
franja de amortiguación”, acto que tanto el propio Secretario general
como su enviado especial, en aquel momento William Eagleton, y el
comandante a cargo de la MINURSO, Claude Buze, calificaron de situación
“difícil” y susceptible de constituir “violaciones del acuerdo de alto
el fuego”.
Tras esta primera mención en 2001, en 2016 se repitió la situación
cuando Marruecos retomó las obras de asfaltado de la carretera, y
nuevamente la mediación de las Naciones Unidas consiguió rebajar la
escalada de tensión en la zona, y el Consejo de Seguridad, en su Resolución 2351
de 2017, afirmó que dichas tensiones constituían “cuestiones
fundamentales relacionadas con el acuerdo de alto el fuego y acuerdos
conexos.
Sin embargo, ahora, tras la incursión marroquí en la zona para
desalojar a la población civil que se manifestaba allí, todos estos
precedentes parecen ignorarse, no sólo por numerosos medios de
comunicación, sino también por parte de Marruecos, y lo que es más
grave, por parte de Naciones Unidas y de la propia MINURSO.
Esta circunstancia pone de manifiesto que el del Sahara Occidental es
un conflicto político, en el que una de las partes está dispuesta a
obstaculizar cualquier solución que no sea de su conveniencia, incluso
contraviniendo la solución que para este caso determina el Derecho
Internacional.
La dimensión jurídica del conflicto del Sahara Occidental
Para entender el conflicto del Sahara Occidental y su reactivación
tras los incidentes de la semana pasada es necesario aclarar algunas
cuestiones clave relativas al contexto y al origen de la controversia.
Estas cuestiones son determinantes para definir el marco regulador que
se aplica y si este es capaz o no de proporcionar una vía de solución.
En primer lugar es necesario aclarar la naturaleza del territorio. El Sahara Occidental es un Territorio No Autónomo,
pendiente de descolonización según el listado de Naciones Unidas.
España, potencia administradora del territorio, había iniciado en 1974
los trámites para la organización del referéndum de autodeterminación
que resolvería el futuro del territorio y de su población. Pero la
inestabilidad política en España en ese momento, con el dictador
Francisco Franco gravemente enfermo, y la presión de Marruecos y
Mauritania, motivaron que en lugar de resolver la situación conforme al
derecho internacional, España firmara los denominados «Acuerdos de
Madrid”, a través de los que cedía la administración del territorio a
ambos países. Estos acuerdos resultan nulos a la luz del derecho
internacional, según el cual España no podía ceder un territorio sobre
el que no tenía soberanía.
En segundo lugar, es necesario definir el papel que juegan las
partes. Marruecos ocupa desde 1975 el territorio. La firma de estos
acuerdos se produjo después de la denominada “Marcha Verde”
que trató de presentarse a la comunidad internacional como una marcha
pacífica de población civil marroquí sobre el territorio, pero que en
realidad supuso la ocupación del territorio por parte de ambos Estados
norteafricanos, a pesar de que el Tribunal Internacional de Justicia
había determinado que no existían vínculos de soberanía entre ninguno
de ellos y el territorio del Sahara Occidental. Esta marcha fue
condenada por el Consejo de Seguridad (Res UNSC 377/1975)
y desde entonces ningún Estado de la Comunidad Internacional ha
reconocido la soberanía de Marruecos sobre el territorio, mientras que
las Naciones Unidas ha catalogado a este país como “potencia ocupante
del territorio” (Res UNGA 34/37 de 1979).
En tercer lugar, es necesario recordar que el referéndum de
autodeterminación fue acordado por las partes. Tras haber derrotado a
Mauritania en 1979, el Frente POLISARIO consiguió forzar un alto el
fuego en 1988, auspiciado por la entonces Organización de la Unidad
Aficana, a pesar de que, al inicio de la guerra de liberación nacional
en 1975, pocos apostaban por las posibilidades del Movimiento de
Liberación Nacional Saharaui. Dicho alto al fuego cristalizó en 1991
con la firma del Plan de Arreglo y la constitución de la MINURSO para
la realización del referéndum que desde entonces se ha ido retrasando sine die.
La dimensión política del conflicto del Sahara Occidental
A pesar del acuerdo suscrito por las dos partes, Marruecos comenzó a
dilatar el proceso de la celebración del referéndum desde la firma del
mismo, tratando de modificar los criterios para la celebración del censo
(S/23299de 19 de Diciembre de 1991, Anexo parr. 25) .
Tanto es así que el tan mencionado estos días Acuerdo Militar nº1 se
firmó entre las partes en 1997, en el contexto de las negociaciones de
Lisboa y Houston, auspiciadas por el Enviado Especial del Secretario
General, el norteamericano James Baker.
Estas negociaciones llegaron en un momento en el que nuevamente
parecía que el alto el fuego no iba a perdurar por las continuas
alegaciones de Marruecos sobre el listado de votantes y la consiguiente
reacción del Frente Polisario ante esta actitud. Estas negociaciones
supusieron la consolidación de una nueva vía para la resolución del
conflicto, la vía política, que se concretó en el “Código de Conducta”
anexo al informe del Secretario General
de Naciones Unidas del 24 de Septiembre del 1997 y que exponía las
normas de comportamiento a las que tendrían que someterse las dos partes
durante el desarrollo de la campaña del referéndum.
A pesar de este nuevo acuerdo, una vez más Marruecos obstaculizó la
materialización del referéndum y, por ende, la resolución del conflicto,
y desde Naciones Unidas y las potencias aliadas comenzó a apostarse por
una “vía política” para resolver la controversia.
Esta vía política tuvo un claro reflejo en el lenguaje empleado por las Naciones Unidas, que, como muy bien analizaba Vicenç Fisas, pasó a introducir alusiones a una solución “pronta, duradera y convenida” (Res UNSC S/1301/2000), “mutuamente aceptable” (Res UNSC S/1309/2000) hasta que el propio referéndum de autodeterminación desapareció de las formulaciones para solucionar el conflicto ( UNSC Res 1429 de 2002; UNSC Res 1541 de 2004, etc…).
A pesar de estas dificultades, el proceso de la confección del censo continuó
hasta su conclusión en diciembre de 1999. Fue publicado en enero de
2000 y contemplaba el derecho a voto a 86 386 personas de entre 198 469
candidatas entrevistadas por las comisiones de identificación.
Este censo tampoco satisfizo las expectativas marroquíes, y
nuevamente bloquearon el proceso y rompieron los compromisos adquiridos.
Ante este nuevo bloqueo, lo que hizo Naciones Unidas fue solicitar la
suspensión del Plan de Arreglo (Informe del SG, S/2000/131, de 17 de febrero de 2000).
En 2001, el entonces Secretario general, Kofi Annan, presentó el
denominado “Acuerdo Marco” que trataba de proponer una vía intermedia
para dar solución a la situación del territorio, que como muy bien
argumenta Juan Soroeta
“ignoraba la doctrina y práctica descolonizadora de Naciones Unidas” y
que fue rechazada de plano por el Frente Polisario. Ante este nuevo
fracaso negociador, James Baker realizó una nueva propuesta, conocida
como “Plan Baker II”, que, a pesar del riesgo que suponía para la parte
saharaui por implicar una administración del territorio previa a la
celebración del referéndum, fue aceptada por ésta y, contra todo
pronóstico, rechazada por Marruecos, a pesar del respaldo del Consejo de
Seguridad a la propuesta de Baker.
Tras este nuevo revés, pocos avances se han producido en la solución
del conflicto, a pesar de varios intentos de retomar las negociaciones,
como los auspiciados por el último Enviado especial Horst Köhler antes
de dejar el puesto hace más de año y medio.
Cambio de reglas: ¿fin de la partida?
De todo lo expuesto, podemos comprobar que a lo largo de los 45 años
de duración del conflicto no es una circunstancia nueva que los hechos
que se producen se lean y analicen al margen de los precedentes y del
derecho internacional y lo que es más importante, al margen de lo que
los acuerdos entre las partes establecen.
Como decíamos en un artículo anterior,
existen muchas razones para pensar que la población saharaui y el
Frente Polisario no están dispuestos a que esta partida se alargue de
forma indeterminada, ni tampoco sería aceptable que se modifiquen las
reglas acordadas por las partes y determinadas por el derecho
internacional.
Si se realiza una lectura fiel a los hechos y acorde al derecho, la
irrupción de Marruecos en el Guerguerat el pasado 13 de noviembre
constituyó una ruptura del alto al fuego y cualquier intento de
minimizar la repercusión de esta acción o la responsabilidad de
Marruecos es claramente un acto político que contribuye a la
perpetuación de la dimensión política del conflicto.
El pueblo saharaui y su representante, el Frente Polisario, han visto
fracasar todos sus intentos para resolver este conflicto de forma
pacífica, pero su apuesta por un juego limpio no puede traducirse en una
renuncia incondicional a sus demandas.
No cabe duda de que la vuelta al escenario armado no es nunca una
buena noticia, pero no podemos olvidar dos cuestiones fundamentales: la
primera, que el derecho internacional ampara la defensa del derecho de
autodeterminación del pueblo saharaui, y la segunda, que también cuando
en 1975 España abandonó el territorio, se afirmó que la guerra era
inviable para el Frente POLISARIO por la supuesta “superioridad técnica y
numérica” marroquí. Está por ver si, como entonces, estamos
subestimando la capacidad del pueblo saharaui o si esta vez la guerra
traerá el fin del conflicto.
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