Simón Rodríguez Porras
Veintiséis presos políticos saharauis
cumplieron un mes en huelga de hambre en las cárceles de la monarquía marroquí
y entran en una fase decisiva de su lucha. Ante el silencio cómplice de la
mayoría de los gobiernos del mundo, los presos políticos han resistido durante
la larga huelga en condiciones durísimas, sometidos a regímenes de aislamiento
en celdas diminutas e insalubres, arriesgando su vida exigiendo a las
autoridades coloniales el reconocimiento de su condición de presos políticos y
la garantía de condiciones de reclusión mínimamente respetuosas de la dignidad
humana, como el acceso a alimentación adecuada y atención médica. Esta semana
han amenazado con pasar a una huelga seca y dejar de ingerir líquidos.
El régimen marroquí les ha encarcelado,
apelando a burdos montajes judiciales, únicamente por defender su derecho a la
autodeterminación nacional, como parte de una política de terrorismo estatal
contra la población saharaui. Durante las cuatro décadas de ocupación colonial
marroquí, el régimen monárquico ha empleado los métodos represivos más
sórdidos, como la desaparición forzada de quinientos civiles y de más de ciento
cincuenta prisioneros de guerra. Actualmente hay más de cincuenta presos
políticos, 19 de ellos por su participación en el campamento de la dignidad de
Gdeim Izik, en el otoño de 2010, una protesta y pacífica en los territorios
ocupados del Sáhara Occidental que fue salvajemente reprimida por el
colonialismo marroquí, con un saldo de decenas de personas asesinadas y miles
de heridos y detenidos. Los presos de Gdeim Izik fueron condenados en farsas
judiciales a penas entre 20 años y cadena perpetua. En total son 26 presos políticos
saharauis, el grupo de Gdeim Izik y otros presos políticos que se ha sumado en
solidaridad, en huelga de hambre en siete cárceles marroquíes.
Para el triunfo de esta lucha es crucial la solidaridad.
Recientemente ha habido grandes triunfos, como el de ochocientos presos
políticos palestinos que doblegaron hace un año al Estado colonial de Israel e
hicieron valer varias de sus reivindicaciones, aunque uno de los presos murió
por complicaciones renales derivadas de su participación en la huelga. Pero
también conocemos de la trágica muerte de huelguistas como el irlandés Bobby
Sands a manos del gobierno de Margaret Thatcher. Hay que hacer lo necesario
para contribuir a doblarle el brazo a la monarquía, aumentando todo lo que sea
posible el costo político de no atender los reclamos de los presos políticos
saharauis. Exijamos a los gobiernos cuyas empresas trafican con recursos
naturales extraídos de los territorios ocupados por Marruecos, como en el caso
de Venezuela con la compra de roca fosfática por parte de Pdvsa y Pequiven, que
cesen inmediatamente dicho comercio. Exijamos que se suspendan las relaciones
diplomáticas con Marruecos hasta tanto garantice el respeto a la vida y a los
derechos de los presos políticos, así como la autodeterminación del pueblo
saharaui.