El mes de noviembre marca para los pueblos árabes un mes infausto. Un
mes marcado de fechas trágicas, que nos obliga a mirar la historia,
aprender de ella y recordar como una obligación política y moral.
Efectivamente, en el mes de noviembre del año 1917 se estableció la
Declaración Balfour que marcaría la complicidad de occidente con la
creación de un “hogar nacional judío” en tierras palestinas. También en
el mes de noviembre pero del año 1947 la organización de las naciones
unidas sancionaría la Resolución N° 181 sobre la partición de Palestina,
que sentaría un precedente nefasto en orden a expoliar y fragmentar el
territorio palestino otorgando el 54% de sus tierras a colonos sionistas
afincados en palestina.
Una marcha colonialista.
Igualmente el mes de noviembre pero en este caso del año 1975
representa una fecha infausta para el pueblo saharaui, que rememora su
propia Nakba a manos de Marruecos tras la llamada Marcha Verde. Año tras
año desde el 6 de noviembre, desde 1975, al conmemorarse la denominada
Marcha Verde – que dio inició a la ocupación de Marruecos del
territorio saharaui – esta fecha me hace reiterar la afirmación y
ampliar mis convicciones, respecto a que al pueblo Saharaui se le ha
robado su territorio y su desarrollo como nación, pero no su valentía y
dignidad.
Marcha que marcó, igualmente, el inicio de la guerra entre Marruecos y
la República Árabe Saharaui Democrática – RASD – en un conflicto armado
que se prolongó 16 años. El día 6 de septiembre del año 1991 las
fuerzas saharauis y de Marruecos cesaron el fuego que inundó esa zona
del Magreb. No se declaró el fin de las hostilidades entre las fuerzas
del Frente Polisario y Marruecos, sino que un simple armisticio. En
dicha fecha el pueblo saharaui, a través de su organización política y
armada decidió asumir el proceso de paz siempre y cuando la monarquía
marroquí, respetara la decisión del referéndum, que debía ser conducido e
implementado por la Organización de Naciones Unidas –ONU– a través de
la Misión de las Naciones Unidas Para el Referéndum en el Sahara
Occidental –MINURSO- Los saharauis han cumplido, han cedido, han
esperado. Marruecos, España, Francia y la ONU han traicionado los
compromisos asumidos.
Una declaración de alto al fuego surgida en un marco poco estable,
que poco a poco comenzó a mostrar esa fragilidad, consolidando el temor
respecto a que el proceso de referéndum nació malherido, sobre todo por
las presiones de la Casa Real Marroquí, que avalada por sus alianzas con
España, Francia y Estados Unidos, desconoció el censo efectuado por
España el año 1974 y los requisitos necesarios para identificar los
votantes autorizados. Elemento crucial, pues de esa manera Marruecos
aumentó artificialmente el número de votantes, sumando a miles de
colonos traídos a los territorios ocupados, modificando la naturaleza de
dicho referéndum.
Situación que comienza a tener su explosión bélica, con la entrada en
territorio saharaui de la Marcha Verde. Proceso político destinado a
presionar a las Naciones Unidas, a España y preparar el escenario de la
invasión al Sáhara occidental. Iniciada a mediados del mes de octubre
del año 1975 y que cruza la frontera con el territorio saharaui el día 6
de noviembre. Se marca así el inicio de la ocupación y proceso
colonizador de Marruecos del Sáhara occidental, consolidando la conducta
indigna de la potencia ocupante – España – que abandona el territorio,
traicionando los anhelos del pueblo saharaui e incumpliendo sus
obligaciones como Potencia Colonial – desde el año 1885 en la zona
–permitiendo la irrupción – por felonía y acuerdos firmados a espaldas
del pueblo saharaui – de las fuerzas de Marruecos y Mauritania –
impidiendo, de esa forma, la organización de un referéndum por la
independencia bajo el mandato de las Naciones Unidas.
La invasión del Sahara generó la resistencia del pueblo saharaui,
agrupado en torno al Frente Popular de Liberación de Saguía el Hamra y
Río de Oro -Frente Polisario- fundado el año 1973, que ha desafiado a
Marruecos y su política de anexión del territorio saharaui. Mauritania
en esta historia fue derrotado contundentemente por las fuerzas
saharauis y obligado a firmar la paz el año 1977, continuando la
contienda entre las precarias, pero heroicas fuerzas del Polisario
contra el bien equipado ejército marroquí. Entre el año 1975 y 1991 se
enfrentaron las fuerzas saharauis apoyadas por Argelia, principalmente,
contra el Reino Alauita de Marruecos, asistido éste por Occidente:
Francia y Estados Unidos al que se unieron en materia de apoyo
financiero, tecnológico y labores de inteligencia, tanto Arabia Saudita
como Israel.
La Marcha Verde comenzó a la par de la decisión de la Corte
Internacional de Justicia de La Haya quien hizo público un dictamen,
para responder la interrogante respecto a que si Sáhara occidental era,
al momento de la colonización por España un territorio sin dueño –¿Era
el Sáhara Terra Nullius?– y si la respuesta a la primera pregunta fuera
negativa conocer entonces ¿Cuáles eran los vínculos jurídicos entre este
territorio y el Reino de Marruecos y la entidad mauritana? La CIJLH
hizo público su dictamen, ante las alegaciones marroquíes el 16 de
octubre de 1975, estableciendo que no existía vínculos de soberanía
territorial entre el Sahara Occidental y el Reino de Marruecos o el
conjunto Mauritano como lo afirmaba Rabat, quien alegaba que era
necesario respetar el derecho de la integridad territorial
Los vínculos jurídicos establecidos en dicha sentencia establecieron
la falsedad de dicha afirmación, pues la Corte declaró que no existían
derechos que supusieran reponer una supuesta integridad territorial
inexistente. La tesis sostenida por Marruecos no tuvo éxito, pero ello
no impidió que este país, el mismo día de conocerse la opinión de la
Corte de La Haya, diera continuidad a la denominada Marcha Verde
convocada por Hassan II, y en la que se movilizó 350.000 personas, que
se lanzaron a través del desierto para reivindicar el territorio del
Sahara, enmarcados en el color verde que representa el color del Islam,
queriendo de ese modo darle una legitimidad histórica y religiosa a un
acto de despojo, ocupación y violación del derecho internacional. Unido a
esos civiles, 25 mil soldados entraron a territorio saharaui violando
desde entonces los derechos del pueblo saharaui.
La monarquía marroquí instituyó como fiesta nacional el día 6 de
noviembre de 1975, que celebra el despojo de la patria saharaui y la
violación del derecho internacional. Cada nueva conmemoración de la
Marcha Verde nos lleva a recordar un viejo aforismo que sostiene “la
historia no se repite pero… como no recordar con este hecho violatorio
las numerosas transgresiones a la resolución número 242 de las Naciones
Unidas, que ordenaba a Israel retirarse de los territorios ocupados
luego de la Guerra de los Seis Días, en el año 1967 y en lugar de ello,
hasta el día de hoy dicho país sigue colonizando territorios que
legítimamente pertenecen al pueblo palestino.
Cada 6 de noviembre, nos recuerda la analista Salka Embarek, la
monarquía marroquí celebra el inicio de la ocupación de la patria
saharaui, acontecimiento que dio inicio al genocidio de su población, la
vulneración de todos su derechos y el robo de sus riquezas “cuestión
que año tras año vuelve a poner sobre la mesa la responsabilidad de
España, el abandono de la que fuera una más de sus provincias, junto a
su población, el inconcluso proceso de descolonización, las resoluciones
de la ONU a favor de los derechos del pueblo saharaui, la necesidad de
hacer cumplir a Marruecos con la legalidad internacional y la imposición
de la justicia para el pueblo saharaui como su derecho a ser soberano”
La Marcha verde no sólo significó la presencia como Potencia ocupante
de Marruecos en suelo Saharaui sino el inicio del transtierro de su
población. La población saharaui, que logró huir de la invasión, por
parte de las fuerzas militares marroquíes el año 1975, atravesó cientos
de kilómetros de calcinante desierto bajo el bombardeo de la aviación de
Marruecos que lanzaba Napalm y fósforo blanco. Esa población que logró
sobrevivir a la sed, las inclemencias de la hamada, las enfermedades
terminó estableciéndose en una zona del sur de Argelia denominada
Tinduf. Una región donde el vivir se dificulta en extremo. Allí donde
las temperaturas alcanzan los 50 grados, también se viven catastróficas
inundaciones de un barro que destruye todo, como fue en noviembre del
2015.
A pesar que nada parece sobrevivir en la Hamada, los saharauis la han
colmado de su esperanza, de su vida. El orgullo y la dignidad de este
pueblo tienen mucho que decirnos, en base a su convicción política y el
derecho a recuperar de pleno derecho su tierra. El vivir en una serie de
campamentos que reciben el nombre de sus provincias ocupadas: Dajla,
Aussert, Smara, El Aaiun, Boujdour y su capital administrativa Rabouni,
la organización del gobierno saharaui y la vocación pacífica, laboriosa y
esperanzadora de su pueblo destaca por la disciplina, el vigor y el
orgullo de ser Saharaui. La sensación y luego la certeza que se tiene al
visitar estos territorio, es que existe y tenemos una deuda con esos
hombres y mujeres, que se palpa en cada Wilaya, en cada Daira, en cada
Jaima donde miles de seres humanos sueñan con recuperar lo que les ha
sido arrebatado a sangre y fuego.
A inicios del cuarto lustro del siglo XXI, junto al valor de los
pueblos de palestina, Siria, Bahrein, Yemen, entre otros, agredidos por
el apetito insaciable de la triada entre imperialismo, sionismo y
wahabismo. Cuando todo ello aún sigue presente, hay que resaltar al
pueblo saharaui. Un pueblo, que sufre una criminal ocupación, que ha
cercenado su vida como sociedad, con parte de su población sometida a la
política colonial de la monarquía marroquí y la otra parte de ella,
situada en los campamentos de Tinduf en territorio argelino, viviendo en
la dignidad con que sólo un pueblo digno, a pesar de lo brutal del
entorno, podría vivir
El pueblo saharaui, con su respeto a las leyes internacionales, ante
su vocación de sociedad pacífica no ha recibido más que bofetadas a su
anhelo de autodeterminación. Un pueblo que ha recibido engaños,
traición, complicidad con el criminal y la conducta colonizadora y
criminal de la monarquía marroquí que tiene múltiples cuentas que rendir
ante la sociedad saharaui, el mundo y sus organismos internacionales.
Un pueblo saharaui, que más temprano que tarde verá bañar sus sueños en
las costas atlánticas y verá consolidar sus objetivos de alcanzar la
libertad. Un pueblo que desde el año 1975, abandonado traicioneramente
por España e invadido vilmente por Marruecos, comenzó su propia y
personal catástrofe colectiva. Los saharauis han vivido su propia Nakba
–su propia catástrofe– concepto con que definen los palestinos los
sucesos del año 1948 cuando debieron abandonar sus tierras en el marco
de la ocupación sionista de Palestina. Los saharauis viven una situación
similar.
Así, después de 42 años, la Nakba saharaui sigue siendo un continuo
de la política colonizadora de la monarquía marroquí, el robo permanente
de las riquezas, de la tierra, del agua, de los yacimientos de fosfatos
de los caladeros atlánticos, de la segregación del pueblo saharaui en
los territorios ocupados y del impedimento de volver de aquellos que
pueblan los campamentos en Tinduf. Cada 14 de noviembre el pueblo
saharaui recuerda su Nakba, cada 14 de noviembre debe ser un golpe a
nuestra conciencia, un recordis –un volver a pasar por el
corazón–respecto a que la autodeterminación y el retorno son los
objetivos prioritarios del pueblo saharaui. No hay otro camino, no hay
otra solución, incluso si ello implica retomar las armas y lanzarse al
asalto por concretar sus sueños de autodeterminación.
Parafraseando a Blaise Pascal es posible dar cuenta que la dignidad
tiene razones que los inmorales desconocen y que el recordar la lucha
del pueblo saharaui permite entender que la dignidad de los hombres y
mujeres de esta parte del mundo, los eleva a la categoría más alta del
ser humano, aquella que habla de una sociedad digna, valiente, clara en
sus objetivos, paciente, astuta, valerosa, entusiasta y que a pesar de
décadas de despojo, abandono y represión, no flaquea en sus anhelo de
una patria que vaya desde Saguia El Hamra hasta el Río de Oro. Desde la
Hamada Argelina hasta la costa atlántica. Y eso, los indignos, los
viles, los que lucran con los derecho de los pueblos, los que envilecen
la condición humana, no entenderán jamás, que la Dignidad tiene nombre
de Sáhara.