Pablo A. de la
Vega M.[i]
Uno de los
escenarios luego del ingreso de Marruecos en la Unión Africana (UA), el pasado
30 de enero de este año, tras ese cambio de la estrategia regional de la
monarquía marroquí -después de una ausencia de alrededor de quince años- era
enfrentar el impacto negativo para la República Árabe Saharaui Democrática
(RASD) de esa incorporación en el seno del más importante proceso de
integración africano.
Sin embargo,
una serie sucesiva de acontecimientos están demostrando lo contrario, como la
progresiva y sostenida presencia continental de la RASD en la UA, instancia
concebida años atrás en el Tratado de Abuja (1991) y la Declaración de Sirte
(1999).
Oficialmente, la Organización de la Unidad Africana
(OUA) se disolvió el 9 de julio del 2002, durante el primer período de sesiones
de la UA y mantuvo los objetivos esenciales de su antecesora, entre ellos: defender la soberanía, la integridad territorial y la
independencia de sus Estados miembros; y, promover
la paz, la
seguridad y la estabilidad en el continente.
Y entre
sus principios: la igualdad soberana e interdependencia de todos los Estados
miembros; el respeto de las fronteras existentes en el momento de la accesión a
la independencia; y, la coexistencia pacífica entre los Estados miembros y su
derecho para vivir en paz y seguridad.
Entre los
hitos importantes, en este ámbito regional, que han fortalecido la
reivindicación saharaui en torno a la plena independencia y soberanía del
Sáhara Occidental, ameritan destacarse la misión de investigación a la RASD (2012), el nombramiento por parte
del Consejo de Paz y Seguridad de la UA de un Enviado Especial para el Sáhara
Occidental (2014) y las múltiples declaraciones de la Conferencia de Jefes de
Estado y de Gobierno, así como los innumerables reportes, notas verbales y
declaraciones del Parlamento Pan-Africano, la Comisión Africana y la Comisión
Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos, entre 2013 y 2017.
Una mención especial merece la ‘opinión jurídica sobre la legalidad en el contexto del
derecho internacional de las medidas presuntamente adoptadas por las
autoridades marroquíes o cualquier otro Estado, grupo de Estados, empresas
extranjeras o cualquier otra entidad en relación con la exploración y/o
explotación de los recursos naturales renovables y no renovables o cualesquiera
otras actividades económicas en el Sáhara Occidental (2015)’.
Hitos jurídicos reales, todos ellos, que consolidan la
tesis del pueblo saharaui para poner término a la última colonia de África, a
través del ejercicio de sus derechos inalienables, en particular el derecho a
la autodeterminación, reconocido en la Carta de las Naciones Unidas.
Es ese el contexto que encuentra Marruecos en la UA.
Y, por cierto, obligado a respetar el Acta Constitutiva de esta organización
regional, uno de cuyos miembros fundadores es la RASD. Y, ¿las consecuencias?
Una de ellas que las autoridades marroquíes y saharauis, incluidas Mohammed VI,
rey de Marruecos, y Brahim Ghali, presidente de la RASD y secretario general
del Frente POLISARIO, se sienten en la misma mesa, en las cumbres
presidenciales y en las reuniones de las diversas instancias y mecanismos de la
UA, en igualdad de condiciones, en representación de sus respectivos Estados.
Esta nueva realidad no le está resultando sencilla
para el ‘majzén’. Ya hemos sido testigos de varios incidentes y maniobras en
diversas cumbres regionales, en donde la diplomacia marroquí ha intentando
presionar a las más altas autoridades de la UA para impedir la presencia de los
voceros y diplomáticos saharauis en las mismas.
Desde las burdas maniobras como las ocurridas en
octubre de este año en Maputo, Mozambique, en el marco de la Sexta Reunión
Ministerial de la Conferencia Internacional de Tokio sobre el Desarrollo de
África, en la que la delegación marroquí usó la violencia y forcejeó con la
seguridad mozambiqueña para impedir la presencia de los diplomáticos saharauis,
pasando por escenas similares un mes antes en El Cairo, Egipto, para
obstaculizar la participación saharaui en una reunión consultiva a nivel de
expertos de países del Norte de África, con el objetivo de debatir mecanismos
para promover las actividades del ‘Centro Africano para Seguimiento y
Prevención de Enfermedades’, la monarquía marroquí pone en evidencia que su
diplomacia está sumida en el desconcierto y descontrol ante una realidad
innegable: la presencia continental e internacional de la RASD.
La participación del presidente de la RASD y
secretario general del Frente POLISARIO en diversas cumbres africanas reiteran
su legitimidad y la legalidad de la causa de su pueblo.
Así lo ha sostenido o
evidenciado en múltiples reuniones, una de ellas en el 50º período ordinario de
sesiones del Parlamento Pan-Africano en Midrand, Sudáfrica y, recientemente, en
Abiyán, Costa de Marfil, en donde se realiza la Quinta Cumbre Unión
Africana-Unión Europea, bajo la consigna ‘Inversiones en la juventud para un
futuro sostenible’, con la presencia de delegaciones de los 55 países
africanos, 28 europeos y numerosos observadores e invitados especiales, en la
que también participan el secretario general de las Naciones Unidas, el
presidente de la Comisión Africana y los presidentes del Parlamento Africano y
del Europeo.
A decir de Ghali, “nuestra presencia en la Cumbre
Euroafricana es una victoria para el pueblo saharaui y para nuestra justa
causa”.
Mientras tanto, estamos atentos a la realización de la
Conferencia de Solidaridad de la Comunidad de Desarrollo de África Austral con
el Sáhara Occidental, aprobada en Pretoria, Sudáfrica, el pasado mes de agosto,
durante la trigésima séptima Cumbre Ordinaria de Jefes de Estado y de Gobierno
de la SADC (por su siglas en inglés), cuyos resultados serán entregados a la
Comisión de la UA.
Otro triunfo del pueblo saharaui, sus organizaciones,
sus dirigentes y su diplomacia.-
Quito,
noviembre 30 del 2017
[i] Corresponsal de
Sahara Press Service en Ecuador.